Utopía y Democracia
La utopía
democrática no se refiere a una sociedad de la armonía. Por eso no es la utopía
de Tomás Moro o Campanella. Entendida como totalidad armoniosa, la utopía es
imposible pero además peligrosa. La veta autoritaria de una utopía cerrada
tiene su origen en el propio Platón, quien llevado por el impulso de una
reforma moral que uniese las virtudes públicas y privadas, ideó un Estado
vertical conducido por los sabios. Más inofensivo era el aristócrata Sócrates,
el bonachón que se paseaba intentando persuadir uno por uno a los ciudadanos de
los beneficios de la virtud ciudadana.
La utopía
democrática es una aspiración necesariamente imperfecta, pues demasiado
imperfecto es el género humano. Se opone, en primer lugar, al hiperrealismo
dominante en las democracias de hoy, que de modo falso y peyorativo tacha a la
utopía de pura demencia. ¡Ojo! La utopía puede ser aceptable cuando se confiesa
que no es de este mundo. Entonces, hasta el conservatismo se permite la
licencia de ser utópico.
El
hiperrealismo coloca a la utopía fuera de la historia puesto que proclama el
fin de la misma. (¡Vana quimera! Ya los romanos creyeron que después de su
Imperio no habría nada. Pero lo cierto es que la utopía, entendida como lo
posible en el reino de este mundo, tiene mucho contacto con la realidad. De
hecho, realidad y utopía deben estar conectadas y ambas son imprescindibles. La
izquierda no debe dejar a un lado a ninguna de las dos, si bien no debe
confundirlas, pues el porvenir de la democracia depende de la tensión entre una
y otra.
No confundir
utopía y realidad es importante. La primera es la crítica de lo existente y
apunta hacia lo que es deseable. Entonces, resulta ciertamente real; al igual
que la izquierda no debe hacer una política real sin elementos utópicos. La
proporción de ambas en función de cada momento histórico constituye un reto al
que no es ajeno el grado de conciencia y empuje emancipador.
Conviene aquí
decir lo que sigue: el ideal utópico no se construye para defender literalmente
que se convierta en hechos, sino para cuestionar los hechos y mostrar una
dirección hacia la que hay que tender. Si, como dice Eduardo Galeano, la utopía
sirve para caminar, ello quiere decir que es ante todo una guía crítica y de
orientación. Planteada así, la utopía puede no ser realizada pero sí dar
suficientes satisfacciones.
Optimizar los
ideales presupone buscar, experimentar cambios, grandes y pequeños, radicales y
moderados, etc., de modo constante. Un proceso en movimiento de aciertos y
errores que desdice que la historia esté acabada y rechaza la idea absurda de
que la democracia parlamentaria, tal y como se muestra, sea la mejor de las
formas de gobierno. Refutar el pensamiento único de una democracia-madre
instalada en la realpolitik, tan chata y tan pobre.
Un buen sistema
político será el que permita hacer uso racional de su espíritu crítico y se
abra nuevas experiencias. En la izquierda, con demasiada frecuencia, hay un
acomodo a lo que existe, y se hace dejación de algo que ninguna otra fuerza
política puede adoptar: la tensión utópica que todo lo remueve.
Iosu Perales (Tolosa, diciembre 1946). Politólogo
especialista en Relaciones Internacionales y en materias de Cooperación al
Desarrollo. Vinculado a redes sociales transnacionales y a ONGs, participa en
iniciativas y foros alternativos. Participó en los Comités de Solidaridad
Internacionalista. Ha ejercido el periodismo durante bastantes años. Sus
primeras obras de ensayo y divulgación están vinculadas a su propia experiencia
en América Central en los años ochenta.
Ha publicado numerosos artículos de opinión en
prensa escrita y revistas digitales, y es autor de varios libros, entre ellos
Guatemala insurrecta (1990), El perfume de Palestina (2002), Los buenos años:
Nicaragua en la memoria (2005) Los Años de Plomo en El Salvador, 1981-1992
(2009) y Algo he visto del mundo. Crónicas viajeras (2013), En el género de
narrativa es autor de Adiós Managua: El rey del mambo (1990) Viento del Norte
(1993) y Buenos días La Habana (2000).
http://www.robertexto.com/archivo/nueva_idea_socia.htm
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