¿Murió la Lucha de Clases?


Es frecuente escuchar voces desde la izquierda que ponen el acento en la necesidad de desterrar la lucha de clases en el camino hacia la nueva sociedad. Este punto bien merece asimismo una reflexión: en América Latina, la estructura de clases comprende una pirámide muy vertical con un vértice de ricos y una enorme base de pobres. Lógicamente, los ideólogos de las clases dominantes acuden a la explicación del funcionalismo para explicar que las clases sociales no responden al lugar que ocupan en las relaciones de producción sino que son reflejo de una relación de oportunidades en el mercado: los listos y emprendedores triunfan, los tontos y perezosos se merecen la pobreza. A ello le añaden unas gotas de predestinación religiosa y pintan así un cuadro social en el que cada cual ocupa el lugar que se merece".

Es evidente que la lucha de clases constituye un concepto actual, vigente, no una presunta herencia del dogmatismo. Cosa distinta es si la lucha de clases se manifiesta mucho o poco, y si cabe adjudicar a las mayorías pobres unos idénticos intereses objetivos y subjetivos.

La lucha de clases no es una idea arbitraria inventada por la izquierda. Basta observar la composición de la propiedad en los países latinoamericanos, y basta con conocer la tradicional posición excluyente de las oligarquías para concluir que muchas de las rebeliones, huelgas y protestas de buena o gran parte de los pueblos a lo largo de la historia tenían y tienen un componente substancial de lucha de clases.

Sin embargo, es cierto que con frecuencia hemos reducido la visión de la sociedad a la lucha de clases. Hemos reducido esta lucha a la existencia de dos clases: burguesía y proletariado (la palabra proletariado la hemos considerado sinónima de trabajadores de toda índole, sectores informales, marginados, etc., las grandes mayorías que son los pobres). Y es cierto que a la hora de definir la confrontación entre ellas, hemos dicho que el resto de los sectores sociales sólo pueden elegir si aliarse con una o con la otra. Esta forma de ver a la lucha de clases como el motor de la historia nos ha llevado a concentrar nuestra acción y pensamiento en el objetivo de agudizar esta contradicción, viendo en ello el desenlace de la revolución.

no se trata de pasar de un enfoque a otro de un modo total. Si antes analizábamos cualquier hecho desde la lucha de clases, no se trata ahora de hacerlo al negarla.

Esta manera de acercarnos a la realidad ha tenido varios inconvenientes: nos llevó a creer que la lucha de clases es el único motor de la historia, no considerando otro buen número de contradicciones, esto es, las luchas democráticas, las luchas indígenas, las luchas de liberación nacional y antiimperialista, la opresión de la mujer, los enfrentamientos culturales, la crisis ecológica... Nos condujo también a la idea reduccionista de creer que las mayorías pobres tienen unos mismos y uniformes intereses de clase, de los cuales la izquierda somos los portadores. Adjudicarle unos intereses a una mayoría que no los asume como tales, ha sido un error habitual de la izquierda. Lo cierto es que la condición económica, de pobreza, no es suficiente para decidir qué intereses tiene el pueblo, al margen de su conciencia y de sus preferencias políticas que muchas veces se revelan distantes de la izquierda. Es así que no somos portadores de unos intereses de las mayorías. También nos llevó a no considerar correctamente a sectores sociales nacionales que están a favor de la democratización del Estado.

En el futuro, buena parte de las movilizaciones por la tierra, o por una vivienda digna, o por el empleo, etc., tendrán un componente de lucha de clases. Es más, una hipótesis de gran confrontación social no puede concebirse al margen del fenómeno de lucha de clases. Sin embargo, la democratización del Estado no podría continuar si no es uniendo a toda la parte de la sociedad que está de acuerdo en ello. La lucha contra la extrema pobreza, etc., nos plantea la necesidad de apoyarnos en todas las fuerzas sociales y políticas que comparten los mismos objetivos. Mónica Baltodano nos recuerda que: "la labor de la izquierda es promover la lucha de clases sin desestimar la emergencia en el terreno de la vida, en unión con los nuevos sectores sociales, grupos e individuos, sin despreciar nada, dando lugar a todas las expresiones de la conciencia posible y sus manifestaciones a cada instante de nuestro transcurrir. Afirmándonos y revelándonos, tejiendo los vínculos sin prejuicio, promoviendo la fraternidad, la audacia, la cooperación, la solidaridad".

De la misma manera que antes adjudicábamos, erróneamente, a las clases populares intereses de los cuales no tenían conciencia, malo sería adjudicar ahora a las clases ricas intereses nacionales de lo cuales no tienen conciencia o simplemente se manifiestan en contra. Por ello, la democratización del Estado no es algo ajeno a intereses de clase y sectores sociales diversos.

En otro ámbito de reflexión, la continuidad y profundización en las cuestiones de género y ecología, campos a los que cabe añadir el fenómeno de la juventud que requiere de una política específica, exigen un trabajo abierto que no se agota en la lucha de clases. Numerosas contradicciones en estos ámbitos, como en los de la política y la cultura, no se explican bien desde la lucha de clases.

Así, pues, no se trata de pasar de un enfoque a otro de un modo total. Si antes analizábamos cualquier hecho desde la lucha de clases, no se trata ahora de hacerlo al negarla. La cuestión consiste en acercarse a cada problema sin un esquema previo; conocerlo y actuar de acuerdo a cómo se manifiesta realmente.

También merece atención el concepto de nación por el lugar importante que ocupa en la izquierda. En el camino hacia una sociedad alternativa, la construcción de la nación tiene un papel ciertamente decisivo. Pero conviene tener presente los criterios siguientes.

El Proyecto de nación no es una abstracción, una consigna carente de una opción por los pobres. El Proyecto de nación no es una forma de disfraz de la izquierda para concertar acuerdos con la derecha, es un proyecto que descansa en la aspiración de hacer un Estado y una democracia al servicio de las mayorías. El Proyecto Popular no es una concepción sectaria de la Nación, una forma de concebir a ésta última como propiedad de los pobres.

Ambos proyectos se fusionan en las ideas de luchar por máxima democracia, máxima libertad, máxima igualdad, máxima solidaridad, sin que podamos decir de antemano cuánto de cada una de éstas propuestas vamos a lograr. Lo lógico es que el Proyecto Popular sea más avanzado que el Proyecto de nación. Este último estará vinculado a políticas de alianzas y concertaciones mediatizadas por coyunturas y correlaciones de fuerzas. Sin embargo, el Proyecto Popular --que contempla la democracia participativa y la reivindicativa, las experiencias autogestionarias, las economías populares--, se revelará un paso por delante, como el paradigma de Nación que queremos construir. Pero aún así, no debemos separar ambos proyectos como cosas distintas, sino saberlos ver como algo concatenado, que se interrelaciona.

Iosu Perales (Tolosa, diciembre 1946). Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y en materias de Cooperación al Desarrollo. Vinculado a redes sociales transnacionales y a ONGs, participa en iniciativas y foros alternativos. Participó en los Comités de Solidaridad Internacionalista. Ha ejercido el periodismo durante bastantes años. Sus primeras obras de ensayo y divulgación están vinculadas a su propia experiencia en América Central en los años ochenta.

Ha publicado numerosos artículos de opinión en prensa escrita y revistas digitales, y es autor de varios libros, entre ellos Guatemala insurrecta (1990), El perfume de Palestina (2002), Los buenos años: Nicaragua en la memoria (2005) Los Años de Plomo en El Salvador, 1981-1992 (2009) y Algo he visto del mundo. Crónicas viajeras (2013), En el género de narrativa es autor de Adiós Managua: El rey del mambo (1990) Viento del Norte (1993) y Buenos días La Habana (2000).

http://www.robertexto.com/archivo/nueva_idea_socia.htm


Comentarios

Entradas populares