LA NUEVA HEGEMONIA MUNDIAL
Cuarta:
los observadores van en busca de una nueva "hegemonía" mundial y
afirman que en un mundo tripolar de bloques económicos europeos, americanos y
asiáticos, la vieja fase nación-estado del capitalismo ha sido reemplazada por
la fase transnacional del capitalismo.
En
su magistral estudio "The Great Transformation", Karl Polanyi resumió
el anterior cambio histórico en la relación entre el estado y el capital, y la
sociedad y las fuerzas de mercado, que tuvo lugar con la maduración del
capitalismo nacional en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.11 Ahora
somos testigos de otra "gran transformación": la maduración del
capitalismo transnacional.
Sin
embargo, los activistas y los académicos aún se aferran a un obsoleto marco de
análisis de la nación-estado con una consecuente interpretación errónea de los
eventos y el peligro de acción social mal orientada. Los momentáneos flujos,
conflictos y contradicciones vinculados a la transición del capitalismo
nacional a la transnacional no deben confundirse con la tendencia histórica en
si. La globalización cambia la relación entre el capitalismo y la
territorialidad, y con ello la relación entre las clases y la nación-estado.
Las
"alturas de mando o alturas dominantes" de la toma de decisiones
estatales están pasando a instituciones regionales.13 El poder estructural del
capital transnacional plenamente móvil se sobre impone al poder directo de las
naciones-estado.14 La relación histórica entre las naciones-estado y las clases
antes radicadas en la nación, y entre el poder de clase y el poder estatal se
ha modificado y requiere redefinición.
La
burguesía transnacional ejerce su influencia de clase por dos canales. Uno es
una densa red de instituciones supranacionales y relaciones que pasan por alto
cada vez más a los estados formales, y que deben ser concebidas como estado
transnacional emergente que no ha adquirido forma institucional centralizada
alguna. La otra es la utilización de los gobiernos nacionales como unidades
jurídicas limitadas a lo territorial (el sistema interestados), que se
transforman en correas de transmisión y filtros para la imposición de la agenda
transnacional.
El
capital transnacional requiere que las naciones-estado desempeñen tres
funciones: 1) adoptar políticas fiscales y monetarias que garanticen la
estabilidad macroeconómica; 2) brindar la infraestructura básica necesaria para
la actividad económica global, y 3) brindar control, orden y estabilidad social
(la élite transnacional ha afirmado que la "democracia" es más capaz
que la dictadura para desempeñar su función de orden social, como se analiza más
adelante). En resumen, no somos testigos de "la muerte de la
nación-estado", sino de su transformación en estados neoliberales. Es
cierto, por tanto, como muchos académicos y activistas han señalado, que el
capital aun necesita poder estatal.
Sin
embargo, el poder estatal y la nación-estado no son coequivalentes, y los
intereses del capital transnacional no se corresponden con interés
"nacional" o nación-estado alguno. La confusión esta en igualar la
necesidad por parte del capital de los servicios brindados por los estados
neoliberales, y el uso que este hace del lento sistema inter-estado, con algún
tipo de afinidad orgánica entre el capital transnacional y naciones-estados
especificas, como existía en la fase nacional del capitalismo.
Si
las principales concentraciones de capital ya no se asocian a una nación-estado
en particular, ¿Sobre
qué base material y clasista debe interpretarse el conflicto inter-estatal? ¿
Que razonamiento teórico existe para pronosticar la rivalidad y competencia
entre las naciones estados como una expresión de la competencia de los
capitales nacionales?
La
descentralización espacial del poder del capital transnacional se confunde con
una reciente "fuerza" e "independencia" de los
"rivales estadounidenses" y con los cambios geopolíticos de poder
concebidos en términos de naciones-estados.16 En realidad, el capital transnacional
y su principal agente institucional, la corporación global, es capaz de aprovecharse
de un anticuado sistema nación-estado/interestatal para arrancarle mas concesiones
a la clase obrera mundial. La continua separación del mundo en naciones estados
genera una condición central para el poder del capital transnacional.
Un
marco obsoleto de nación-estado puede malinterpretar los eventos. Por vía de
ejemplo, algunos han interpretado el "Contrato con América" (y antes
de el, el Reaganismo) como un proyecto anquilosado de la derecha opuesto a un
programa más "liberal". El "Contrato con América", de
hecho, es un programa que representa la quinta esencia de los intereses del
capital transnacional. Las diferencias entre los programas de Gingrich y
Clinton no constituyen un enfrentamiento fundamental entre fracciones o
proyectos capitalistas distintos, sino diferencias en cuanto al ritmo, el
momento, y los aspectos secundarios (por ejemplo, la política social) para
llevar adelante la agenda transnacional en Estados Unidos.
La
reestructuración fundamental de las políticas sociales que comenzó con el
Reaganismo y el Thatcherismo en el norte, los programas de ajuste en el sur, el
"Contrato con América", etc., no son el producto de movimientos
conservadores e inclinaciones políticas de derecha per se, a pesar de las
apariencias. Mas bien representan la política concreta lógica y las modificaciones
ideológicas de la globalización en la medida que esta se aplica a las condiciones
particulares de cada país.
De
manera similar, las diferencias tácticas entre los gobiernos nacionales de
países esenciales sobre como llevar adelante los intereses transnacionales
-diferencias tácticas que con frecuencia tienen como origen las características
particulares de historias y condiciones locales y regionales- toman la apariencia
de contradicciones fundamentales entre "capitales nacionales" e
"intereses nacionales" rivales. Los eventos pudieran parecer contradicciones
entre naciones-estados cuando en esencia son contradicciones internas del
capitalismo mundial.
La
necesidad de que los estados neoliberales garanticen la legitimidad como parte
de su función de orden social con frecuencia encierra un discurso de
"intereses nacionales", "competencia del exterior", etc., a
niveles ideológico y de masas. Las limitaciones de espacio impiden un mayor
análisis. Baste recordar que el sello del buen análisis social es distinguir la
apariencia de la esencia.
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