LA IZQUIERDA DIVIDIDA EN DOS CAMPOS

Novena: dicho en términos muy simplificados, gran parte de la izquierda a nivel mundial esta dividida en dos campos.

Un grupo esta tan aplastado por el poder del capitalismo mundial que no ve alternativa alguna a la participación al tratar de negociar el mejor acuerdo posible. Este campo busca alguna nueva variante de la democracia social y la justicia redistributiva que pudiera funcionar en el nuevo orden mundial. Propone por tanto diversas formas de un keynesianismo mundial que no desafía la lógica del propio capitalismo, y tiende a un pragmatismo político. Los otros consideran al capitalismo mundial y sus costos -incluyendo su propia tendencia a la destrucción de nuestra especie- como inaceptablemente elevados, tanto que hay que oponerse a ellos y rechazarlos. Sin embargo, no han ideado una alternativa socialista coherente a la fase transnacional del capitalismo.



Vemos esta estratégia línea divisoria en la izquierda latinoamericana, africana y asiática, así como en el norte y entre los grupos de izquierda y socialistas que intentan una renovación en los países del antiguo bloque soviético. Por ejemplo, este fue el problema subyacente fundamental que finalmente condujo a cismas formales en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador, y a la reciente ruptura de la izquierda filipina, y que esta

generando profundas tensiones en el seno del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil y el Congreso Nacional Africano (ANC) de Sudáfrica (aunque hay que tener cuidado de no simplificar problemas complejos ni hacer generalizaciones a partir de experiencias especificas).


Mi opinión particular es que no debemos albergar ilusiones de que el capitalismo mundial pueda ser amansado o democratizado. Esto no significa que no debamos luchar por reformas en el seno del capitalismo, sino que toda esa lucha debe ser incluida en una estrategia y programa más abarcadores para la revolución contra el capitalismo. La globalización crea grandes limitaciones a las luchas populares y al cambio social en cualquier país o región. La tarea más urgente es por tanto desarrollar soluciones a la difícil situación de la humanidad bajo un capitalismo salvaje librado de las limitaciones que le pudieran ser impuestas anteriormente mediante la nación estado. Una alternativa al capitalismo mundial debe ser entonces un proyecto popular transnacional.


La burguesía transnacional esta consciente de su carácter transnacional, esta organizada transnacionalmente y opera mundialmente. Muchos han afirmado que la nación-estado es aun el punto de apoyo de la actividad política para el futuro próximo. Pero no es el punto de apoyo de la actividad política de esta élite mundial.


La masa popular de la humanidad debe desarrollar una conciencia de clase transnacional y en consecuencia un protagonismo político y estrategias mundiales que vinculen lo local a lo nacional y lo nacional a lo mundial. Un proyecto contrahegemónico transnacional requiere el desarrollo de alternativas pragmáticas concretas y viables. El Partido Comunista Sudafricano (SACP), por ejemplo, ha hecho importantes avances pragmáticos en su estrategia de "reducción" del mercado mediante la desmercantilización de áreas claves de la sociedad sudafricana, no como fin en si mismo sino como parte de una lucha más amplia

por el socialismo. 

Las contradicciones del capitalismo mundial abren nuevas posibilidades así como enormes retos para una alternativa popular. Sin modelo socioeconómico viable propio, los sectores populares corren el riesgo de estancamiento político bajo la hegemonía de la élite transnacional, o aun peor, de quedar reducidos -si llegan al gobierno- a administrar las crisis del neoliberalismo con una consecuente perdida de legitimidad. En tal escenario, la opinión hegemónica de que no hay alternativa al capitalismo global se refuerza, llevando a la resignación entre los sectores populares y a la traición de las obligaciones entre los
intelectuales y líderes. La "carrera hacia el fondo" -la nivelación descendente de las condiciones de vida y la gradual igualación de esas condiciones en el norte y el sur- crea condiciones objetivas fértiles para el desarrollo de movimientos sociales y proyectos
políticos transnacionales. La revolución de las comunicaciones ha facilitado las comunicaciones de la élite global, pero también puede ayudar a la coordinación global entre las clases populares, como lo demuestra el uso creativo que los Zapatistas (EZLN) de México han hecho de Internet.


A mediados de la década de los 90 hubo señales alentadoras de esa coordinación popular transnacional como el Foro de Sao Paulo en América Latina, y el Plan Popular para el Siglo Veintiuno (PP21) en Asia.30 Un proyecto contrahegemónico transnacional no entrañaría oponerse a la globalización - lástima que no podamos simplemente demandar que los procesos históricos se interrumpan conforme a nuestros deseos, y haríamos mejor en comprender como influir sobre esos procesos y reorientarlos - sino tratar de convertirla en una "globalización desde abajo." Ese proceso de abajo hacia arriba tendría que abordar las profundas dimensiones raciales/étnicas de la desigualdad mundial, partiendo de la premisa

de que, aunque el racismo y los conflictos religiosos descansan en temores materiales reales entre los grupos cuya supervivencia esta en peligro, llevan consigo una dinámica cultural, ideológica y política propia que debe ser desafiada y enfrentada en los programas y la practica de la contrahegemonía.

Un proyecto contrahegemónico tendrá que estar completamente permeado de un enfoque de igualdad sexual, en la practica y en el contenido. También requerirá formas alternativas de practica democrática en el seno de las organizaciones populares (los sindicatos, los "nuevos movimientos sociales", etc.), en el seno de los partidos políticos, y -en aquellos lugares en que el aparato estatal formal es captado mediante elecciones u otros medios- en
el seno de las instituciones estatales. 


Las nuevas practicas igualitarias deben evitar las tradicionales formas jerárquicas y autoritarias de intercambio social, las relaciones de autoridad burocrática y vencer los cultos de la personalidad, la toma de decisiones centralizada y otras practicas tradicionales de este tipo. El flujo de la autoridad y toma de

decisiones en las nuevas prácticas sociales y políticas en el seno de un bloque contrahegemónico debe ser de abajo hacia arriba y no al revés.


El protagonismo político transnacional entre las clases populares significa desarrollar un protagonismo transnacional y masivo de base -una democracia participativa transnacional que trascienda el viejo "internacionalismo" de los líderes políticos y los burócratas y vaya también mucho más allá de las formas paternalistas de "solidaridad" del norte con el sur. 



Lo que esta en juego es más que la prolongada miseria de las masas y el conflicto social; en juego esta la supervivencia misma de nuestra especie. Un socialismo democrático basado en una democracia popular pudiera ser "la ultima" -quizás la única- esperanza de la humanidad


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