EL JUEGO DE LA OPOSICION
Los ciudadanos afines a los movimientos alternativos
apuntan a que cuando se llega a participar en instancias de gobierno o en los
entes de control automáticamente se haga oposición a éstos, como una forma de
demostrar independencia y ratificar su condición ideopolítica sin el mínimo de
presupuesto conceptual del cómo se hace o se ejerce la oposición.
De tal forma que son diversas las posiciones que se
asumen, tal vez pensando en complacer a determinados sectores o a una masa
amorfa de ciudadanos que sólo quieren ver actuando a sus representantes
diciendo a todo NO, con su radicalidad que raya en lo absurdo, reproduciendo
obsoletos catecismos políticos, connotando atraso y una alta dosis de fracasos
descontextualizados en lo que significa ser oposición para hacer, avanzar,
producir y transformar.
De ello se deriva que el ejercicio de la oposición
debe ser una expresión colectiva más allá de la actitud y acción individual.
Gianfranco Pasquino en su libro “La Oposición” plantea que “la calidad de una
democracia no depende solo de una virtud de su gobierno o de la interacción del
gobierno con la oposición, sino, de modo muy especial, de la capacidad de esta
última.”
Una oposición bien pertrechada mejora la calidad de
la democracia, incluso cuando no consigue llegar al gobierno, pero persiste en
optar a él a través de su actividad de control y de dirección, de propuesta y
crítica.
La oposición busca espacios de autoridad en el
gobierno donde concluye el reconocimiento de su existencia y se desarrolla como
tal, en el disenso por la defensa de los derechos ciudadanos; es más, la
oposición objeta la fragmentación y pone de manifiesto las reglas del juego a
través de posiciones simplificadas y clarificadas contribuyendo con el cambio
de las culturas políticas que hacen parte del juego democrático y que se
encuentran anquilosadas por parte de los gobiernos que agendan el poder.
Esto implica pasar la página, revisar la noción de
clase social y emprender la tarea de regeneración de las izquierdas y de los
sectores que se autodenominan progresistas. ¿Dirán los “intelectuales” de las
nuevas y viejas izquierdas que esto es revisionismo?
Gianfranco Pasquino, ante las prácticas políticas,
nos pone a pensar cuando plantea lo referente a la “pequeña consociación”; es
decir, una práctica política en la que la negociación, el regateo y el reparto
de beneficios constituyen el modo de hacer política tanto de los grupos
progobierno como los de la oposición; contraviniendo el verdadero sentido de la
ética pública, poniendo al descubierto la condición economicista de clase
social que no garantiza el análisis social.
De lo que se trata al hacer oposición es encaminarse
por el bienestar material, personal y lograr reivindicaciones de carácter más
cualitativo donde prevalezcan valores y principios, aunados a la paz, la
justicia, el medio ambiente… Para lo cual se requieren modelos organizativos,
nuevos repertorios, nuevos envoltorios para la acción colectiva.
La oposición como tal tiene que discernir que no
solo son las reivindicaciones que se van formando desde los sectores de la
nueva política, sino más bien propuestas diferenciales en forma de programas
políticos que le sirvan de fundamentos argumentativos en su accionar de control
político y como alternativa de gobierno, renovando la vieja política, haciendo
una ruptura con la democracia instrumental ante los viejos institucionalismos.
Ninguna oposición puede renunciar a su propia piel
ni a su cometido, dejando, sin más, gobernar al gobierno. Todo lo contrario, la
oposición debe impedir que el gobierno mal gobierne.
Los ciudadanos se preguntan: ¿cuál es la
responsabilidad y las acciones misionales que tienen los congresistas,
diputados, concejales, como oposición en los entes de control? Según Pasquino,
los interrogantes pueden ser variopintos, viniendo de sectores de izquierdas o
progresistas: ¿La oposición debe ser dura o flexible?, ¿constructiva o
intransigente?, ¿crítica o conciliadora? ¿propositiva, es decir, con la mirada
puesta a largo plazo, o reactiva, esto es, luchadora de batallas cotidianas? Y
lo son en la medida en que logran conciliar las distintas necesidades que
representan.
Las oposiciones serán absolutamente intransigentes
cuando el gobierno se proponga establecer reglas que destruyan la posibilidad
misma de la alternancia. Las oposiciones serán críticas de los contenidos que
propone el gobierno y propositivas de contenidos distintos; pero, también
conciliadoras cuando existan espacios de intervención, mediación, colaboración
y mejoras recíprocas.
Una oposición resulta eficaz y se convierte en
alternativa allí donde consigue una presencia social, una difusión cultural y
un papel político. Cumplir su cometido, que consiste en representar y proteger
individual y colectivamente a los electores que le han dado su voto; en defender
las reglas del juego político institucional, pero, también, en reformarlas con
el objetivo de mantener abierta la competición política y promover los
intereses de los grupos a los que se dirige para transformarse en mayoría, es
decir para ganar las elecciones.
La oposición tiene el deber de contender con el
gobierno demostrando ser un gobierno alternativo. Repensemos la oposición.
https://diariolalibertad.com/sitio/2020/01/26/el-juego-de-la-oposicion/
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 26 DE ENERO DE 2020
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