El complejo problema del mototaxismo

el fenómeno del mototaxismo en Popayán.


Aparte de perseguirlo, la  Administración debe asumir una estrategia seria y sólida para afrontar el fenómeno del mototaxismo en Popayán. Tarea difícil, quién  dice que no. El mototaxismo se ha convertido en un ‘mal necesario’. No se puede pretender erradicarlo del paisaje urbano de un día para otro. Por un lado es un medio de transporte con gran acogida entre los ciudadanos: es rápido, versátil, económico. Las rutinas de mucha gente están vinculadas a este medio de transporte informal, aquí y en todas las ciudades y pueblos de Colombia. Es el transporte que mejor se adapta a las clases populares en términos de eficiencia y economía. Ocupa el nicho que dejan taxis y sistemas de transporte colectivo; vive del déficit del servicio de movilización de las personas. Es un paliativo del desempleo, si se acabara con el mototaxismo miles de personas pasarían hambre, pues en muchos casos representa el principal ingreso de las familias. Ya está visto que la estrategia represiva de las autoridades no sirve de nada. Por más retenes y decomisos de la Policía, el oficio del ‘mototaxismo’ no decae, por el contrario, da la impresión que aumenta por el ingente número de motociclistas que transportan personas en las calles. A quienes tienen el trabajo en la moto como su principal ocupación, se le suman los que recurren a él como una actividad alternativa, ocasional, para sumar ingresos adicionales. Quitar y multar a un mototaxista no es una estrategia eficiente, ellos se buscan la manera de seguir solventando sus necesidades a bordo de su vehículo, al fin y al cabo está en juego el sustento diario y eso no se puede aplazar. Alrededor de las motos funciona todo un sistema económico: los talleres de reparación, el comercio de repuestos, el negocio de compraventa…actividades que a su vez alimentan a otro gran número de familias. De tal manera que esta actividad ya ha permeado la estructura económica y social de las ciudades. Los gobiernos locales no pueden darle la espalda indefinidamente o asumir el papel simplón de la represión. 
Por otra parte, y ahí viene el lío, es un sistema de transporte ilegal, y por lo ilegal es inseguro, tanto en términos del riesgo inminente de accidentarse cada vez que uno se sube a una moto como pasajero (las estadísticas no mienten, las muertes por accidentes de tránsito están vinculadas con sangre a las motocicletas), por las características mismas de la moto, las condiciones deplorables de las calles, el caos generalizado de la movilidad urbana. Pero sobre todo por la indefensión legal: el accidentado se aferra al SOAT, pero eso si el mototaxista efectivamente está al día y si no comete un acto de irresponsabilidad volándose del accidente.
Frente a esta disyuntiva, las administraciones deben ponerse a trabajar de manera seria para empezar a normalizar la actividad, con el objetivo de salvaguardar a las personas que ocupan a diario este servicio informal, y sin crear un trauma a quienes se ven obligados a ganarse la vida a bordo de su moto.    

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Jair Dorado Miércoles, Marzo 29, 2017 - 07:38 


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