IV Un nuevo sindicalismo situado en el corazón de un nuevo movimiento obrero.
IV
Un nuevo sindicalismo situado en
el corazón de un nuevo
movimiento obrero.
Comprendemos el movimiento sindical como una de las
principales expresiones del movimiento obrero. Dentro de este último también
reconocemos las experiencias de economía social ligadas a un original
cooperativismo y mutualismo, las escuelas obreras, los movimientos y fuerzas
políticas de raigambre obrera, las expresiones de la cultura y el arte
proletario, entre muchas otras.
En esta perspectiva el proceso obrero-sindical del
Congreso de los Pueblos busca aportar en un doble sentido: construir un nuevo
movimiento obrero y reestructurar y renovar el movimiento sindical al interior
de este. Los encuentros regionales y nacionales aportan elementos para recorrer
estos caminos.
Estrategia político–organizativa.
Consideraciones generales.
1.
El Congreso de los Pueblos es un espacio de articulación que expresa ese sujeto
plural que hoy caracteriza a la clase trabajadora colombiana. Consideramos al
Congreso de los Pueblos un punto estratégico; llegada del recorrido de
reconstrucción que estamos realizando, pensando que el paso siguiente es lograr
mayores alianzas y articulaciones en el camino de construir un movimiento
político de la clase trabajadora, las etnias y la clase popular. El Congreso de
los Pueblos es un tejido popular legítimo desde donde construimos
revolución (Duitama, 2015).
El esfuerzo es entendernos y trabajar en la
diversidad. Hoy expresamos la esencia del Sindicalismo Independiente y
Clasista, surgido al calor de las revoluciones del siglo XX y de las luchas
sociales de los años 60.
2. Debemos ganar en centralización y cohesión
política, entendidos como formas y propósitos comunes para realizar la
organización y la lucha de los trabajadores y trabajadoras alrededor de los
mandatos. La unidad hace la fuerza, el actuar unidos permiten lograr las
victorias. Se tiene como referencia dos procesos nacionales que se han logrado
posicionar, proponer y ser alternativa política en sus sectores: el de los
trabajadores petroleros, que se proyecta hacia lo Minero Energético y lo
Magisterial. Queremos nutrirnos de esas experiencias nacionales, aprender de
sus logros y errores, pero sobre todo articular otros sectores en una
iniciativa política. Vamos ganando en cohesión con el tiempo y año tras año,
debemos tener mayor capacidad de lucha (Medellín, 2014).
3. En lo organizativo es necesario volver a constituir
el colectivo de base: es nuestra esencia, allí estudiamos, discutimos y
aprendemos, desde allí planeamos el trabajo. El colectivo de trabajadores y
trabajadoras se debe organizar en cada planta de producción, en cada centro de
servicios, escuela o enclave. No despreciamos estar en las estructuras
sindicales, por la fuerza de la base que respalda y permite que un dirigente
actúe con respaldo social y propuestas.
4. Necesitamos reconstruir un referente ético,
combatir los antivalores que nos ha incorporado el capitalismo y vencerlos en
la lucha individual y colectiva. Un o una sindicalista del Congreso de los
Pueblos debe destacar por la tenacidad en la consecución de los objetivos, la
resistencia, lealtad, solidaridad, perseverancia, responsabilidad y el diálogo.
Debe tener amor por la libertad, la igualdad, la democracia y la naturaleza
(Medellín, 2014)
5. Este proceso organizativo necesita construir una
base económica y a la vez levantar una nueva economía. Los criterios de
autogestión, autosostenibilidad, ahorro, distribución equitativa, lucha contra
el monopolio, eliminación de la explotación, equidad de género y protección de
los bienes comunes, deben orientar la construcción de una economía propia.
6. En los diferentes encuentros obrero-sindicales
realizados por el Congreso de los Pueblos a lo largo del país nos hemos
encontrado con verdades irrefutables, tales como: la ruptura y profunda
distancia entre la dirigencia y las bases; el celo de algunos y algunas
dirigentes por incorporar o afiliar a sectores informales; la poca visión de
país que tienen las organizaciones sindicales, falta de propuestas para la
salida de la crisis de sus sectores; el anquilosamiento no solo de dirigentes en
sus puestos sino de prácticas antidemocráticas y anti-éticas, entre otras. Un
nuevo proceso organizativo debe vencer estos obstáculos ideológicos y
políticos.
7. Es necesario que los sindicatos y nuestro proceso
trabaje con sistemas de planeación, evaluación y sistematización con
perspectiva estratégica. El inmediatismo, la improvisación no permiten
enfrentar la perspectiva estratégica del capital. La fuerza de los trabajadores
y trabajadoras debe disponer sus capacidades (movilización, propuesta, recursos,
alianzas) para enfrentar la lógica del capital en el terreno económico,
político, e ideológico-cultural. Retos cuantitativos de reconstrucción.
Colombia es uno de los países con menor sindicalización en Latinoamérica. Ello
obedece a distintos factores que se han analizado como parte de la crisis. En
la actualidad el porcentaje no supera el4%. Ante esta realidad el Congreso de
los Pueblos viene levantando la propuesta y el proyecto de llegar al 10% de
sindicalización en el país, lo que indica que se debe superar los dos millones
de afiliados, tarea nada fácil en las actuales condiciones pero que fija una
meta y crea un reto para la dirigencia y quienes componen en la actualidad el
sector sindical.
Para ello se requiere de una ofensiva sin precedentes
en el país, de esfuerzos ingentes en todo sentido, y una voluntad política
inclaudicable por parte de la fuerza obrero-sindical del Congreso de los
Pueblos. Este reto cuantitativo lleva implícito a su vez un reto político: el
de lograr conquistas en las calles, para ello “hay que superar el sindicalismo
de escritorio, recuperar la calle y la huelga como principal instrumento de
lucha para nuestras conquistas.” (Barranquilla, 2016)
Cohesión y articulación de nuestro proyecto político.
Uno de los principales factores de la actual crisis
tiene que ver con la dispersión organizativa y política de los y las
trabajadoras. Esta dispersión ha sido causada por el capitalismo mediante
diferentes medidas, como la ruptura de la relación obrero-patronal, la
destrucción de las organizaciones sindicales, la desterritorialización de la
clase que vive del trabajo y la imposición de la ideología del individualismo y
el ascenso social.
El movimiento sindical debe desatar a la vez una lucha
económica e ideológica. Debe reconquistar los derechos laborales básicos como un
contrato, la jornada laboral, los salarios, la seguridad social, que logren
cotidianamente una mejora significativa en las condiciones de trabajo. Pero a
la vez debe educar a la masa trabajadora, explicar los orígenes de la
explotación y sobre todo, la necesidad de luchar por una nueva sociedad. Por
otra parte, se debe buscar al trabajador y la trabajadora en los nuevos
territorios, recobrar la actitud fundacional del movimiento obrero, ya que, si
el capital territorializaba a los obreros principalmente en enclaves bananeros
y petroleros, allí había un compañero o compañera agitando, conspirando,
educando y organizando esa naciente fuerza obrera. En la actualidad la mayor
concentración de fuerza laboral se da en el sector servicios y financiero; las
viviendas de los trabajadores se encuentran principalmente en las periferias.
Por ello hay que buscarlos, persuadirlos, conquistarlos e invitarlos a la
organización, en la empresa, el barrio, las canchas o el lugar que sea. Un 68%
de trabajadores y trabajadoras informales cruzan las ciudades a diario durante
horas, por ello es indispensable reconstruir las relaciones en el tiempo y el
espacio aprovechando esos pocos tiempos “libres” que el capital permite.
Lucha económica.
Lo fundamental es la lucha por la dignificación del
trabajo y la recuperación de los derechos perdidos. Las diferentes medidas de
corte neoliberal han ido en contravía de estos derechos adquiridos en importantes
luchas por la clase que vive del trabajo; de esta manera se han perdido entre
otras: el derecho a la pensión y a la seguridad social, el reconocimiento
remunerado de horas extras, los contratos a término indefinido, vacaciones y
permisos sindicales. Pero el principal problema desde el punto de vista
económico tiene que ver con
la pérdida de poder adquisitivo para las y los
trabajadores, el salario mínimo en el país no alcanza para cubrir las
necesidades básicas de las familias, debido a ello se recurre a tener dos y
hasta tres trabajos; los miembros más jóvenes se ven obligados a incorporarse
rápidamente al ejercicio laboral abandonando los estudios para poder subsanar
la falta de recursos para el sostenimiento de los suyos; esto tiene que ver con
una vida precaria. “La precarización laboral, como significado político, se
refiere a la inseguridad, incertidumbre y falta de garantía de las condiciones socio-económicas-
en el plano laboral- de grupos sociales en términos específicos o generales. El
término se hace conocido en los años 80, aplicado a las consecuencias de la
flexibilidad laboral en la vida cotidiana. La flexibilidad laboral es uno de
los pilares del neoliberalismo.
El proceso de precarización tuvo como inmediata
consecuencia tres puntos fundamentales:
Pérdida de poder negociador de los sindicatos y
trabajadores.
Caída generalizada de salarios y desprotección social
progresiva.
Flexibilidad en los contratos empresariales con el fin
de buscar optimización de ganancias y, en algunos casos, evasión de otros
compromisos financieros.
La precariedad laboral se refiere también a la
aparición y creciente generalización de formas de trabajo que suponen mayores
niveles de inestabilidad, incertidumbre e inseguridad laboral...En este
sentido, la precarización del trabajo se asocia a la generalización de prácticas
laborales y formas de empleo antes atípicas, tales como: el empleo temporal, a
tiempo parcial, el trabajo por cuenta propia y la externalización, salarios
bajos o por debajo de la cualificación del trabajador, la flexibilidad en la
jornada laboral, la ausencia de beneficios sociales, entre otras”.
Es indispensable en un proceso de reconstrucción del
proyecto obrero-sindical levantar las banderas por la vida y el trabajo digno;
contra la precarización de la vida y el trabajo. Que busque mejorar la situación
en el plano económico para la clase que vive del trabajo y en lo estratégico
resolver las necesidades básicas para los de abajo, permitiendo un devenir
organizativo de vastas capas de la sociedad por la conquista de condiciones de
vida digna y democracia. Hay que insistir en nuestro legado histórico, ese es
la construcción del socialismo, no lo podemos perder de vista. (Popayán, 2016)
La lucha laboral va de la mano con la lucha por el
derecho a la ciudad. Algunas ciudades como es el caso de Medellín, pasó de ser una
ciudad industrial a una ciudad turística, que también ha sido reconfigurada, no
solo en el ámbito de vocación económica sino en lo territorial y poblacional.
La paramilitarización de esta ciudad ha sido un factor fundamental en las bajas
tasas de sindicalización y para facilitar la explotación laboral y la
precarización de la vida de sus habitantes.
Lucha Política y paz.
La disputa fundamental en el eje de la paz es la
participación con decisión. Las organizaciones sociales y principalmente los
sindicatos deben jugar un papel fundamental en la lucha por el reconocimiento no
solo formal, sino político de diferentes organizaciones sociales, ya que la
exclusión política fue entre otras causas la que condujo al conflicto armado
que vive el país desde hace ya más de cinco décadas.
No basta con hacerse participes de diferentes
elecciones organizadas por el estado y que legitiman el actual régimen. La
participación debe tener un carácter decisorio que busque la trasformación
radical de las condiciones de vida actual, que permita un debate político de
las ideas sin el temor a ser eliminado por el contrario, practica enquistada en
la sociedad y promovida desde hace años por la burguesía, que se ha valido de
diferentes herramientas para el aniquilamiento de la oposición.
La lucha política de las organizaciones sindicales
debe ser en dos vías, hacia afuera para reivindicar la participación con
decisión, por la agitación de propuestas y campañas por mejores condiciones de vida
y hacia adentro la lucha política debe ser por la democratización de los
sindicatos, ya que la participación con decisiones ha sido limitada también en
su interior. La disputa de las fuerzas políticas debe ser en clave de
trasformaciones del sistema capitalista.
La democratización de las organizaciones sindicales
pasa también por dos aspectos fundamentales; el primero de ellos tiene que ver
con la promoción de nuevos liderazgos, promovidos desde la base con
fundamentación teórico-práctica y con visión política que traspase los muros
del quehacer sindical e incorpore la comprensión del país con todas sus
problemáticas y aristas. El segundo elemento tiene que ver con promover y
posicionar el liderazgo de las mujeres, tan excluidas y vilipendiadas también
en el mundo sindical. No se trata solamente de dar cuotas políticas a las
mujeres, sino con real decisión y luego de un debate a profundidad en el
interior del sindicato, combatir las prácticas patriarcales anquilosadas en
este movimiento social.
Lucha Ideológica.
Lo fundamental es volver a la disputa en este campo
por recuperar el pensamiento, la conciencia, la identidad y el proyecto
histórico de los y las trabajadoras. El capitalismo contemporáneo ha intentado borrar
de tajo la historia y el trabajo, con sus postulados del fin del trabajo y la
historia pretende absolutizar la estructura y superestructura capitalista.
Quieren borrar la historia misma del ser humano y la naturaleza.
En esa comprensión histórica del mundo, el trabajo,
los trabajadores y trabajadoras han sido fundamentales para la construcción de
las maravillas que se contemplan en la actualidad por todo el orbe.
¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? En
los libros aparecen los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió siempre a construir? ¿En qué casas de
la dorada Lima vivían los constructores?
¿A dónde fueron los albañiles la noche en que fue
terminada la Muralla China?
La gran Roma está
llena de arcos de triunfo. ¿Quién los
erigió?...
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él solo?
César derrotó a los galos.
¿No llevaba siquiera cocinero?
Felipe de España lloró cuando su flota fue hundida.
¿No lloró nadie más?
Tantas historias. Tantas preguntas (10).
En el trascurso de los años y luego de una crisis del
sindicalismo se ha refundido gran parte del proyecto histórico de la clase
obrera, ya que el sindicalismo ha sido visto como un fin en sí mismo, y no como
un medio para la trasformación de la realidad. En sus inicios el movimiento de
los y las trabajadoras pretendía construir una realidad diferente, lejos de la
sociedad salarial, de la concertación con el capital, de pretender que el
sistema les fuera a solucionar sus necesidades más sentidas; se buscaba una
sociedad diferente. Hoy hay que retomar la senda. “Hay que retornar a los
principios fundacionales del movimiento obrero que sirvan como derrotero y
aplicarlos a las nuevas condiciones del mundo del trabajo” (Popayán, 2016)
Reconstrucción organizativa.
Hay que responder a la nueva dinámica de dispersión de
los trabajadores. “En el tema organizativo, es necesario volver a
organizarnos en colectivos de trabajo, es nuestra esencia, allí estudiamos, allí
discutimos y aprendimos” esta intervención de un compañero en el
encuentro de Medellín nos orienta primero sobre la necesidad de organizarnos y
sobre el método que debemos utilizar para ello, los colectivos de trabajo
sindical, o comités de base han sido en la historia de la fuerza sindical el
método más productivo a la hora del crecimiento organizativo.
“Hay que ser crítico y autocrítico; debemos ser con el
otro. El sindicato se ha alejado de las comunidades y hay una ruptura que hace que
la comunidad hable mal del sindicato. Hoy la comunidad no lo acepta a uno, el
sindicalismo ha caído en la misma corrupción del sistema y ha venido mermando
el movimiento sindical.” (Cajibío, 2015).
En la mejor de las tradiciones obreras, los sindicatos
deben vincularse a las comunidades; tanto desde la dinámica territorial, como
de lucha política alrededor de los problemas que los afectan a ambos.
Los colectivos de base expresan una democracia
legítima, ya que permiten adelantar toda la dinámica político-ideológica y
organizativa, que puede ser llevada y desdoblada con el resto de trabajadores de
los distintos sectores. Es decir, contrario a lo que se llega a pensar, los
colectivos no hacen paralelismo sindical, por el contrario contribuyen al pleno
desarrollo de la actividad sindical y política.
Escuela político-sindical propia.
“La crisis del movimiento sindical es por la falta de
cambio de líderes, por la falta de escuela. Hay que apuntarle a la formación de
las bases y aportar para darle paso a los que vengan a reasumir las banderas.”
(Duitama, 2015)
En los diferentes debates adelantados al interior de
la fuerza sindical del Congreso de los Pueblos se ha reiterado la urgencia de
retomar el proyecto propio de escuela de formación como método genuino de
construcción de poder popular, una escuela que responda a las necesidades de
los y las trabajadoras en las actuales circunstancias de dispersión y apatía
por parte de la juventud trabajadora, que persuada, que convoque y que
contribuya a dotar a la clase que vive del trabajo de herramientas para
comprender su realidad y organizarse
para transformarla.
Los procesos de formación que adelantan los sindicatos
y las centrales han sido cooptados por las visiones conciliadoras del
sindicalismo europeo, el cual apunta a limitar la acción sindical al campo de la
gestión y el lobby.
Retomar el proyecto formativo pasa entonces, por
consolidar una línea de formación que obedezca al proyecto histórico de la
clase trabajadora; que aporte en lo investigativo, genere y cree grupos de estudio
para que ellos adelanten diagnósticos sectoriales y se pueda
intervenir de mejor manera, que conduzca a que los
trabajadores y trabajadoras organizados a partir de ese diagnóstico puedan
generar propuestas para su sector y para otras capas de la sociedad, que
permitan espacios de encuentro y difusión de dichas propuestas y de esa manera
acumular fuerzas suficientes para tareas organizativas.
Los métodos de trabajo.
Gran parte de la actual crisis que atraviesa el sindicalismo
tiene sus orígenes al interior del mismo movimiento. Al analizar esa crisis, se
identifica que los métodos y estilos de trabajo no han sido los más adecuados y
que en los últimos años se ha posicionado la idea de naturalizar esas
actuaciones erróneas por parte de la dirigencia, que permea a las bases. Entre
esos componentes de métodos equivocados podemos mencionar algunos: el
autoritarismo, paternalismo, la ausencia de una plena democracia, el
anquilosamiento de dirigentes y el poco relevo generacional, la conciliación y
el tripartismo.
Se requiere romper la barrera que se ha venido
levantando entre la dirigencia y las bases sindicales. Hacer circular
adecuadamente la información, realizar planes serios de educación sindical que
promuevan nuevos liderazgos, retomar adecuadamente la crítica y la autocrítica;
desarrollar un estilo democrático de dirección, dinamizar el papel que deben
jugar las bases para el fortalecimiento de la organización, así como poner los
intereses de la organización por encima de los particulares.
Cultura y subjetividad obrera.
Desde sus inicios el movimiento obrero nacional se ha
caracterizado por la construcción de una cultura y subjetividad propias, las
que los diferenciaron de patronos y de las clases que hasta el momento han ostentado
el poder. Esos valores en gran medida son los que les permitieron identificarse
como clase y buscar rápidamente los métodos más precisos para disputar el poder
a la burguesía.
“Como en el caso de las tradiciones, la clase obrera
colombiana no nace en el vacío. De hecho, muchos de los valores de la naciente
clase obrera, lo eran también de la sociedad colombiana en su conjunto. Es la
forma como la clase se apropia de ellos y los desarrolla en sus luchas, lo que
les da la fisonomía propia. Ante todo, digamos que el obrero de los años veinte
se veía a sí mismo como un ser honrado, responsable con su trabajo, diligente y
creativo. El trabajo lo hacía digno y lo enaltecía. Su carácter de nueva clase
valientemente lo proclamaban cuando decían que no eran ni siervos ni esclavos y
exigían un trato «justo», acorde con su dignidad obrera. (11)”
En efecto, es la dignidad de su ser obrero, las que
llevan a los primeros levantamientos y huelgas encabezados por mujeres y
hombres de un talante y unos principios indeclinables y que los llevó además a proponerse
levantar juntos con los de su clase un proyecto que enalteciera su labor y
donde su dignidad fuera lo más preciado. Es por ello que desde ese momento se
empiezan a pensar como disputarles el poder a los empresarios y al estado para
ponerlo al servicio de las clases populares.
En la última época se ha venido imponiendo una serie
de imaginarios a la clase que vive del trabajo, que van en contravía de aquellos
postulados que gestaron el movimiento obrero. La imposición del pensamiento
burgués y el bombardeo mediático han logrado que el obrero se avergüence de
serlo y se sienta humillado en muchos espacios de la sociedad actual,
pretendiendo además que adopte la cultura e ideología de los empresarios. El
trabajador no se reconoce como si, y se le impone una falsa idea de nuevo empresario.
(Popayán 2016)
Es a la juventud trabajadora a quien más se le ha
golpeado con dicha cultura, precisamente en ese marco es que este grupo poblacional
ha perdido la credibilidad en las organizaciones sindicales. Esta generación
que no ha vivido en una sociedad de derechos y en su gran mayoría se encuentran
en la informalidad, han venido conformando unas nuevas subjetividades, entre
las que se destaca la “generación de baja intensidad”, que precisamente tiene
que ver con esa sociedad de No Derechos, quienes viven y rinden un culto al
presente, ya que las condiciones no les permiten plantearse proyectos de vida a
largo plazo.
“El abandono de la cultura y la ética propia de los
trabajadores conlleva a la adopción de la ética burguesa que conduce a la
pérdida de valores y a la derrota en este campo”. (Barranquilla, 2016). Ante la derrota hay que replantear varios aspectos
para lograr entonces persuadir de nuevo a los y las jóvenes y construir
con ellos una subjetividad y cultura propia del movimiento obrero
colombiano.
La izquierda en el mundo sindical.
El debate presentado respecto al papel de la izquierda
en el movimiento sindical, ratifica la importancia que las fuerzas provenientes
de estas corrientes tengan presencia allí; sin embargo, es necesario superar
una buena cantidad de problemas que se han presentado desde hace tiempo al
interior de los sindicatos por el trato inadecuado que se le ha dado a las
contradicciones presentes en estos espacios. En primer lugar, es necesario
mencionar que la crisis que vive el sindicalismo es una crisis que en gran
medida se deriva de la crisis
de las izquierdas en el país. Lo anterior, explica por
qué se pudieron aplicar medidas de corte neoliberal en las diferentes esferas
del orden nacional sin mayores resistencias por parte de sectores sociales y
políticos cercanos a la izquierda colombiana.
De la misma manera, la izquierda colombiana le ha
heredado una serie de estilos de trabajo equivocados al movimiento sindical.
Todo lo que sucede al interior de este último es el fiel reflejo de los que ha venido
expresándose al interior de las fuerzas políticas, eso precisamente ha contribuido
de manera negativa a la hora de solucionar las contradicciones que se presentan
en la cotidianidad del sindicalismo. Por tanto, la izquierda requiere de una
profunda reflexión y autocritica para corregir esas graves equivocaciones que
se han cometido y re direccionar al movimiento de los trabajadores para que
recobre la beligerancia y vuelva a estar al frente de las luchas en el país por
conseguir condiciones de vida digna para los de abajo. La izquierda debería
ponerse de acuerdo para actuar en el sindicalismo porque la derecha ha tomado
la delantera. (Popayán, 2015)
La batalla de las ideas es el principal campo de
disputa en la actualidad, el capitalismo con todos sus dispositivos de
dominación cultural ha permeado la conciencia de la clase trabajadora, haciendo
que esta pierda su identidad y conciencia. Por ello vemos que discursos y
palabras han sido trasformadas para bien del sistema, no se habla de obreros o
trabajadores, se habla de colaboradores; pretendiendo con ello decir que las
empresas son de todos y que necesitan del concurso de los que en ella laboran
para tener mejores resultados económicos. El impulso de la competencia, desde
la misma escuela ha hecho olvidar a la clase que vive del trabajo de uno de sus
valores más importantes; la Solidaridad.
Por tanto, es tarea de la formación
político-ideológica beber al tiempo de las fuentes originarias del movimiento
obrero y de las nuevas realidades de la clase que vive del trabajo. El obrero
se debe ver a sí mismo como un agente de trasformación, estudioso, creativo, honrado,
que se enaltece con su solidaridad, apoyando las luchas de los suyos y de otros
sectores, buscando mejores condiciones de vida para su clase, siempre en
defensa de sus intereses, con identidad, sin permitir ser permeado por falacias
del capital y con la conciencia que su trabajo y aporte lo hace para el
conjunto de la clase obrera.
https://cedins.org/dmdocuments/Mandato%20Obrero.pdf
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