II. MANDATO OBRERO SINDICAL NUESTRAS RAICES HISTORICAS


 En el Congreso de los Pueblos se conjuga un sujeto plural y podemos afirmar que configura un escenario variopinto desde el punto de vista político, aunque culturalmente obedece a los intereses y colores populares y de la izquierda. En ese sentido el proceso obrero–sindical recoge la diversidad de miradas que se expresaron al momento de conformarse la clase obrera en el país y sus variados proyectos políticos; donde socialistas, liberales, anarquistas, comunistas, mezclados con dirigentes indígenas y campesinos confluyeron en franco debate, pero también en construcción colectiva a la lucha por la dignificación del trabajo, la libertad y una nueva sociedad.

Si bien es cierto que la naciente clase obrera de los primeros años del siglo XX bebió de diferentes fuentes desde el punto de vista ideo-político, entre las cuales se pueden destacar en un primer momento la Ilustración y la Revolución Francesa, luego y gracias a la llegada de inmigrantes Europeos al país, hace suyas las ideas marxistas y anarquistas(2) , lo que conjuga un escenario amplio donde se fueron perfilando las diferentes tendencias y fuerzas políticas al interior del sindicalismo Colombiano.

Para Renán Vega esta amalgama ideológica “[…] era producto, de una parte, de la poca comprensión teórica y programática de cada una de esas tendencias políticas y, de otra parte, porque se consideraba que todas ellas eran expresión múltiple del mismo ideal revolucionario de construir una sociedad más justa, humana e igualitaria.” Que hacía del proyecto obrero un proyecto más ligado al liberalismo radical que al socialismo. (3) Sin embargo, en el crisol de la lucha de esos años se definieron los proyectos políticos, que en su mayoría permanecen al interior del movimiento obrero y del sindicalismo.

El sindicalismo colombiano es una construcción histórica que se ha basado y nutrido de estas corrientes político-ideológicas. En ese trasegar hay una permanente combinación-decantación de todas las tesis y líneas políticas, conservándose aún tradiciones cristianas, liberales, comunistas, socialistas y socialdemócratas. El anarquismo desapareció como doctrina política, aunque se reivindican hoy algunas de las prácticas anarcosindicalistas.

Hoy el Congreso de los Pueblos recoge una tradición beligerante cuya manifestación más importante ha estado presente en las huelgas, paros y grandes movilizaciones. También una tradición de valores como la solidaridad, la fraternidad, la identidad de clase, el esfuerzo, la colectividad; como cimientos de las trasformaciones necesarias para la sociedad.

Al lado de las tradiciones indígenas y los variados tonos marxistas, al interior del Congreso de los Pueblos llevamos la impronta del sacerdote y sociólogo Camilo Torres Restrepo. Camilo tuvo la visión política y la lectura correcta del momento, para lograr unificar distintas vertientes políticas y el movimiento de los no alineados, donde se encontraban las mayorías nacionales de obreros, campesinos, estudiantes y en general las clases populares que no se alineaban con ninguno de los partidos tradicionales, ni con la izquierda.

El pensamiento y la acción de Camilo trazo una ruta para las clases populares: el desprendimiento, la militancia, el amor eficaz, el compromiso denodado; pero también los análisis, la investigación y su continua preocupación por la preparación del pueblo, es decir la formación de un sujeto (al decir del maestro Orlando Fals Borda, sentí-pensante). Sus constantes llamados al sindicalismo y por tanto a los sindicalistas, a abandonar ciertos niveles de vida burgués, presagiaban quizá desde entonces lo que hoy se cataloga como la crisis del sindicalismo, que entre otras está determinada fundamentalmente por la pérdida del horizonte histórico de la clase obrera, que sigue siendo un mundo sin explotadores ni explotados.

Decía Camilo:

… y que no se funden nuevas centrales sino que busquemos la unidad en lo que existe, por la base, con planteamientos comunes y con teorías comunes, sin liderazgos, sin separaciones, insistir en todo aquello que nos une y prescindir de todas las cosas que nos separan”… “nos une el hambre, nos une la ignorancia, nos une la falta de salud, la falta de viviendas, la carestía de la vida que afecta a todos” (4)

Camilo y el Frente Unido también tuvieron una postura clara sobre el papel que deben jugar los sindicatos en el concierto de organizaciones sociales. Camilo planteaba que si bien son importantes las reivindicaciones inmediatas tales como pliegos de peticiones, su objetivo más estratégico es aportar con todos sus esfuerzos a la toma del poder para el pueblo, a la revolución.

(…) Es necesario que la clase obrera colombiana, en este momento crucial de nuestra historia, dedique todos sus esfuerzos a la unidad y a la organización de la clase popular colombiana para la toma del poder.
Que cada lucha parcial por las ventajas inmediatas, no pierda de vista el hecho de que la reivindicación total y definitiva obrera no podrá venir sino como consecuencia de la toma del poder por parte de las mayorías, por parte de la clase popular colombiana (5)”

El papel de los sindicatos en la trasformación radical de la sociedad y la construcción del poder popular es central, pero para el logro de dicho objetivo es necesario desprenderse de la visión del sindicalismo de bolsillo, del sectarismo y del acomodamiento. Se requiere que
la estructura sindical en su conjunto se vuelque a sentir, comprender y organizar a la clase que vive del trabajo, a los no alineados como los llamaría Camilo, para apostarle a su objetivo estratégico; que las clases populares sean las protagonistas en la conducción de los
destinos del país.

Junto al aporte del Camilismo, en el movimiento obrero y sindical del país -aquel dirigido por la izquierda- también está el aporte leninista.

Para el leninismo el sindicato es escuela de la lucha de clases, empezando por la lucha económica hasta llegar a convertirse en el medio de movilización por excelencia de las masas hacia la revolución.

Pero más aún, para Lenin, los sindicatos deben ser un medio para eliminar las principales contradicciones del capitalismo:

“… a través de estos sindicatos de industria, se pasará a suprimir la división del trabajo entre los individuos; a educar, instruir y formar hombres universalmente desarrollados y universalmente preparados, hombres que sabrán hacerlo todo.” (6)

Bajo estas premisas estratégicas y bajo la dirección de distintas izquierdas: comunistas, trotskistas, maoístas, camilistas, se constituyeron movimientos de masas como el Sindicalismo Independiente y Clasista y distintas organizaciones políticas de los trabajadores y trabajadoras.




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