III MOMENTO ACTUAL:


III
MOMENTO ACTUAL:
HACIA LA CONSTRUCCION DE UN NUEVO MOVIMIENTO OBRERO

Llegamos al Encuentro Nacional de Duitama (febrero de 2015), con la necesidad de encontrarnos las diferentes expresiones obrero- sindicales que hacemos vida política al interior del Congreso de los Pueblos, luego de haber realizado un esfuerzo nacional de diagnóstico y construcción de una agenda de debate. En Duitama nos encontramos cerca de 100 activistas, dirigentes y formadores sindicales, iniciando una rica experiencia de reflexión–acción y trazando un plan de trabajo de reencuentros regionales. Entre los debates y elaboraciones principales están las caracterizaciones de la crisis capitalista
y los cambios en el mundo del trabajo:

1. La crisis capitalista como oportunidad.

“El capitalismo destruye las dos fuentes de riqueza: el hombre y la naturaleza. En ese sentido, el sistema neoliberal es un real genocidio, porque está acabando con capas enteras de la sociedad humana y del entorno natural” F. Houtard.

Tesis de trabajo:

1. Del pacto capital-trabajo al fin del modelo económico intervencionista y reformista. Durante los treinta años gloriosos del capitalismo (1945-1973) las condiciones materiales de los trabajadores mejoraron ostensiblemente, en algunas regiones del mundo, si se comparan con la situación socio-económico del siglo XIX. Sin embargo, en regiones y países bajo la dominación colonial, ya era evidente la situación de sobreexplotación laboral, que precisamente permitió que en los países desarrollados se adelantara el modelo de Estado de Bienestar. En América Latina, Asia y África, la lucha de los trabajadores estuvo más relacionada con las luchas de liberación que con las tradicionales luchas obreras de carácter reivindicativo. Con la crisis capitalista de los años 70 y la implementación del modelo neoliberal, el capital da por terminado este pacto y entra a liquidar los derechos adquiridos y/o concedidos en el modelo anterior.

2. Producto de las luchas del movimiento obrero, que vienen desde las comunas de París y las huelgas por la jornada laboral de los tres ochos, llegando a las jornadas por el derecho al sufragio y a la organización, se mundializa una disputa política por la distribución de la riqueza y el ingreso, que se materializa en los derechos sociales y colectivos como la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, la estabilidad laboral y la seguridad social. El incentivo a la producción, el crecimiento de la economía real y el consumo de los bienes por medio de las relaciones contractuales salariales, permite una distribución de la riqueza que se refleja en la inversión social. Esta dinámica de un capitalismo reformista, coopta en el tiempo a los trabajadores dentro de las coordenadas de un sindicalismo que se aleja de la lucha por el poder, tornándose economicista y gremial, perdiendo paulatinamente los horizontes de su proyecto histórico revolucionario y socialista. Sin embargo, hay que mencionar que sindicatos orientados por sectores de izquierda han mantenido luchas de
orden político, aunque su impacto ha sido aislado y marginal.

3. Crisis global del capitalismo y Fortalecimiento de la doctrina neoliberal. Desde finales de los años 60 el capitalismo entra en una profunda crisis expresada en la caída de la tasa de ganancia, de la cual aún hoy no se ha podido recuperar. Como se sabe, en los años 80 el modelo Neoliberal se proclama como la tabla de salvación en el “Consenso” de Washington. El capitalismo corporativo-transnacional se enfoca en apropiarse de los recursos, infraestructuras y acumulados del capital social generado por el anterior modelo regulador.
Este capital social que se puede entender como un conjunto de derechos colectivos son privatizados, profundizándose el despojo de los bienes colectivos. El neoliberalismo desmantela el proteccionismo industrial y la soberanía económica, política, jurídica y ambiental de los países pobres. En los países desarrollados el neoliberalismo va por los salarios y la seguridad social del proletariado. Se destruye la relación y la sociedad contractual, de la cual los sindicatos eran un componente social importante. Dicha destrucción se impone bajo los proyectos políticos de los gobiernos de derecha y ultraderecha, que utilizan el instrumento del Estado como dispositivo de control y disciplinamiento ante el descontento social, expandiéndose la doctrina del terrorismo de Estado.

4. El modelo neoliberal, en su primera fase, fue impuesto, en muchos casos, bajo dictaduras militares, no solo en América latina, sino también en Asia y África. El Estado legisla contra los derechos de la sociedad y en función del gran capital. La estrategia busca controlar y expoliar las dos fuentes primarias de riqueza: el trabajo y los bienes comunes de la naturaleza. El poder que ejerce el estado sobre la clase trabajadora, se fortalece en nuestro país con una alianza entre la oligarquía tradicional y sectores reaccionarios como los terratenientes, comerciantes, narcotraficantes, empresas transnacionales, paramilitares y funcionarios del Estado. La función del Estado se fortalece desde el dispositivo de fuerza policial y militar y el control ideológico mediático. Cualquier actor que cuestiones dicho poder desde la huelga o la movilización social es estigmatizado y perseguido. El sindicalismo colombiano es derrotado en los primeros años de implementación de choque del neoliberalismo (1989–1995) y es sometido a un desangre que aún no termina. Para generar confianza inversionista el país se somete al recetario de ajuste del Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional. Todo debe ser privatizado y se debe liquidar cualquier organización social y política que busque reivindicar derechos sociales y colectivos. El capitalismo mundial se proyecta en la venta de servicios y en el flujo del capital especulativo
financiero, imponiéndose con ello la financiarización económica.

5. A pesar de esta ofensiva global sobre la naturaleza y el trabajo, la crisis capitalista continúa; generando más conflictos, miseria y alienación. La crisis del capitalismo debe reconocerse en su profundo fracaso de ordenar la vida social y planetaria, desnudando la ideología dominante del fin de la historia, produciendo, al contrario, destrucción y muerte. Esa crisis es integral, manifestándose en el agotamiento de sus modelos energéticos, alimentarios, éticos y ambientales. Las guerras actuales son la expresión más generalizada de la actual iniciativa del capital por atenuar su crisis.

6. Tercera revolución industrial. (La microelectrónica, la teleinformática, la robótica, intensificación de la rotación del capital y modelo de acumulación flexible). La primera revolución industrial estuvo determinada por la utilización de la máquina de vapor y su uso en la producción y circulación de mercancías, la segunda revolución se asoció al uso de la electricidad y el petróleo y la tercera se asocia a las nuevas tecnologías que buscan intensificar y acortar la rotación del capital y la producción. En efecto, con la crisis del modelo fordista de producción y el fin del proyecto reformista, el capitalismo impone contra el mundo del trabajo un nuevo modelo de acumulación, que busca intensificar la sobreexplotación laboral por medio de la maquilización del tercer mundo y el desmantelamiento espacial-productivo del primer mundo por medio de la descentralización. Esta producción se concentra simultáneamente en la creación mercantil de lo simbólico, el tráfico y flujo de servicios, la especulación financiera, y la reprimarización de las economías dependientes. La producción de mercancías ya diseñadas y controladas desde la mediación simbólica publicitaria tiene ya asegurados a los consumidores que tienen a la vez un papel activo en el diseño de las mercancías. Esta acumulación flexible gestada y diseñada por las corporaciones producen mercancías en diferentes partes del mundo donde se ofrecen ventajas comparativas: mano de obra barata, bienes naturales a bajo precio, la inexistencia de la legislación ambiental y laboral, fuertes aparatos represivos de control. Las consecuencias contra los trabajadores son evidentes: pérdida de puestos de trabajo, liquidación de la infraestructura productiva de los países del tercer mundo, fin de los derechos sociales y colectivos, mercantilización de los bienes naturales y de los derechos fundamentales de la población. De forma simultánea, se presenta un aumento del desempleo y ampliación del subempleo, variadas y “novedosas” formas de explotación laboral; se afirma que hay más de 27 millones de esclavos en el mundo que trabajan en las fábricas de la muerte. Mano de obra esclavizada de mujeres, niños y niñas, principalmente.

7. La Colombia del extractivismo neoliberal. Se asiste a una profunda crisis económica, de las instituciones políticas, del Estado y de la sociedad en su conjunto. El modelo económico y político en Colombia ha sido caracterizado como trasnacional, mafioso, financiarizado y terrateniente, el cual, gerenciado por una oligarquía que se rota el gobierno desde distintos partidos, ha llevado a la debacle a la sociedad colombiana. Colombia, ocupa el segundo deshonroso lugar, después de Brasil, siete veces más grande que Colombia, en ser el país más desigual de la región. Y primer país del mundo con mayor número de desplazados. Se suma, además, la incapacidad de las élites de desarrollar el Estado-Nación, que en términos elementales tiene que ver con la consolidación de un mercado nacional, un desarrollo industrial, lograr impulsar una reforma agraria y urbana que busque el despliegue de las fuerzas productivas, para la generación de una riqueza, que el Estado debería distribuir socialmente. Los pocos puestos de trabajo productivo que se tenían en algunas industrias, se han perdido con la apertura económica, o se desplazan hacia el sector servicios. La informalidad laboral representa cerca del 50% de los empleos. 26 27

8. La nueva clase trabajadora es joven, informal, despolitizada, precarizada. Algo más de veintidós millones de personas viven del trabajo y solo están afiliados a sindicatos un 4%. Es decir, de 100 trabajadores 96 no tienen ningún referente organizativo. Los nuevos puestos de trabajo, sin garantías ni derechos colectivos laborales, ofrecidos por el proyecto neoliberal se concentran en la agroindustria, las minas, la explotación petrolera, la construcción de hidroeléctricas y en la construcción del mercado de viviendas e infraestructuras. Y las tasas de sindicalización en estos sectores son menores al 1%. Así mismo, el mercado laboral ofrecido en las grandes ciudades se concentra en servicios telecomunicativos, lo financiero y el comercio. Dichos trabajos son inestables, polivalentes: se contrata por alguna función y se imponen otras, sin reconocimiento remunerativo. La precarización condena a un gran contingente de trabajadores a vivir sin conciencia y exigibilidad de sus derechos. Los trabajadores de estos sectores, están condenados a un permanente movimiento en búsqueda de trabajo. Hoy se mendiga trabajo. Las trabajadoras, precarizadas entre los precarizados, se ven condenadas a la desregulación contractual y salarial, reproduciéndose el proyecto capitalista de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo conocido como maquiladora. La precarización del trabajo de las mujeres empuja una fuerte feminización de la miseria.

9. La actual situación de la clase trabajadora en el país es compleja y variable. Las regiones van cambiando de la mano con la especialización espacial del capital y la implementación de las industrias extractivas que concentran gran cantidad de mano de obra en los megaproyectos de infraestructura, los monocultivos industriales, la extracción minero energética y los servicios de apoyo; éstos últimos concentrando mano de obra en las ciudades. La altillanura, el río Magdalena, la Costa Atlántica, son territorios con alta concentración de fuerza laboral hacia donde hay que dirigir esfuerzos organizativos y políticos.

10. Ofensiva desde el terrorismo de Estado. La clase obrera de los años 20 en respuesta al incipiente desarrollo industrial y las dramáticas condiciones sociales, retó a las clases dominantes y a las élites terratenientes por medio de una propuesta política-organizativa que puso en evidencia las contradicciones del desarrollo del capitalismo dependiente y sin proyección en la conformación de un incipiente Estado-Nación. Esta ofensiva organizativa de movilización, luchas y huelgas por parte de los obreros tienen como referencia la lucha global por las ocho horas, reivindicación reconocida ya por algunos estados y constituciones de la sociedad contemporánea; derecho que en Colombia solo es reconocido en 1934. A finales del mes de noviembre y principios de diciembre de 1928 los trabajadores de United Fruit Company organizan una huelga para poner en discusión las relaciones contractuales con la empresa, pago en efectivo, reconocimiento de las ocho horas. La respuesta de la empresa y del ejército colombiano fue reprimir a sangre y fuego a los trabajadores. Dicho acto de barbarie conocido como la Masacre de las Bananeras fue denunciada por Jorge Eliécer Gaitán. Esta estrategia seguirá siendo utilizada por el Estado colombiano como forma de contención de las manifestaciones y reivindicaciones populares. Las constantes históricas de este genocidio sindical se manifiestan permanentemente en la historia del movimiento obrero. La masacre en 1963 contra los trabajadores cementeros de Santa Bárbara en Antioquia, la represión y luego implementación del estado de sitio contra las organizaciones y reivindicaciones de la clase trabajadora después del paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1977. Los años ochenta y noventa dieron cuenta del terrorismo de Estado contra la Unión Sindical Obrera, el Magisterio y Sintrainagro, por mencionar solo algunos casos. Empresas transnacionales y monopolios nacionales, medios de comunicación, fuerza armada y el mismo Estado, han visto a los trabajadores, sindicalizados o no, como enemigos del desarrollo y del 28 29 bienestar justificando siempre la represión y el exterminio contra la clase obrera. Empresas como la Drummond, la Chiquita Brands o British Petróleum han sido y son parte del conflicto armado, actuando como financiadora de grupos armados estatales y para estatales.

11. Ofensiva ideológica, el mito del fin de la historia y el fin de las ideologías. El neoliberalismo intentó colonizar las mentes y las organizaciones sindicales y de la izquierda, para imponer una ideología totalitaria que se reduce al individualismo, la mercantilización de la vida, la resignación del “No hay alternativas”. Esta batalla ideológica penetró profundamente en las subjetividades y las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras. El terror y la alienación han producido la pérdida de la vocación de poder político, la identidad obrera y la lucha. Algunos sindicatos reproducen a su enemigo de clase, el capitalismo, al interior de su dinámica sindical. El acomodamiento, la burocracia, el economicismo, el caudillismo, así como prácticas gamonales y corruptas dan cuenta que se ha perdido el horizonte ideológico y político de la clase trabajadora.

12. La oportunidad. La crisis del capitalismo y el neoliberalismo y las salidas de choque que se tratan de implementar, han venido generando nuevas luchas. Las confrontaciones exigiendo derechos que protagonizan los emigrantes en Europa, los levantamientos de los negros en Estados Unidos, la lucha contra los desalojos, se suman a las movilizaciones que en Latinoamérica y Colombia protagonizan campesinos, indígenas y también sectores de trabajadores, sindicalizados o no. La crisis empuja a la lucha y el fin de los conflictos añorado por el capital está lejos de ser una realidad. Sin embargo, hay la necesidad de que el sindicalismo y la izquierda que aún actúa dentro de él, comprendan las nuevas realidades de la clase que vive del trabajo, y sobre todo, se decidan a un masivo proceso de politización y organización. La crisis del Capitalismo y la crisis nacional abre la posibilidad de la actuación política del movimiento obrero y sindical, una de cuyas primeras tareas es confluir con el movimiento agrario y urbano en las jornadas de lucha que han tomado fuerza desde el 2010 hasta los tiempos actuales. La izquierda tiene el reto político de abordar y responder entre otras preguntas: ¿Dónde están hoy los trabajadores y trabajadoras? ¿Cómo organizarlos? ¿Cuáles son las nuevas subjetividades generadas por el capitalismo? ¿Cuál es el papel y los retos de los sindicatos y el movimiento obrero?

13. Mandato obrero. Para enfrentar la actual crisis generada por el capitalismo sobre el planeta, la sociedad y la clase obrera, urge construir un mandato que dé cuenta de las nuevas realidades de la clase trabajadora, recoja y sistematice las propuestas históricas que han levantado en alto las organizaciones sindicales y permita articular la lucha junto a los demás movimientos sociales y sus expresiones políticas.

https://cedins.org/dmdocuments/Mandato%20Obrero.pdf



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