El silencio, camino de libertad
Porque sólo el silencio nos ayuda a seleccionar,
diferenciar lo que queremos que sea nuestro. Sólo el silencio forma criterio, propicia el encuentro con uno mismo y con los demás, y sólo el silencio demuestra la pequeñez y dependencia del ser humano. La verdad de uno mismo sólo se percibe en el silencio. La paz, el conocimiento de uno mismo, la reflexión profunda, la humildad y la perplejidad ante la vida sólo surgen escuchando el sonido más dulce y sencillo que Dios inventó para el hombre: el silencio.
¿Buscas la libertad? ¿Añoras sentirte verdaderamente libre, ajeno a la manipulación del consumismo, sin atarte a necesidades prescindibles, a obsesiones y sufrimientos innecesarios? Prueba el camino del silencio. El camino del silencio es la senda de la verdadera libertad.
El ritmo de vida impuesto en esta escalada contrarreloj en la que se ha convertido nuestra sociedad, sin reflexión, desde la superficialidad, tiene consecuencias fatales. No disponer de tiempos de silencio conlleva vivir al día, sin profundidad, sin preguntas o esperanzas verdaderas. Implica poca sensibilidad y falta asombro ante algo tan maravilloso como el hecho de estar vivo. Una persona que no busca el silencio ignora para qué vive; por qué las cosas son como son; por qué existe el dolor; por qué no es feliz, si aparentemente lo tiene todo. Es, en definitiva, una muestra de conformismo indigno del ser humano.
El silencio crea libertad porque permite distinguir lo nuestro de lo que se nos impone desde fuera. Si no somos incapaces de percibir la auténtica belleza, los verdaderos valores, lo que realmente merece la pena ¿cómo caminaremos tras ellos?
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