Omar recibió su título de abogado el viernes, a través de la Corporación Universitaria Rafael Núñez.
Llegó ilusionado con toga y birrete al Gran Salón del Club Cartagena. Entre decenas de estudiantes, estaba Omar Díaz Rodríguez, recordando cada paso que lo llevó hasta ese lugar.
Nada está escrito. Y este mototaxista decidió cambiar un destino que parecía ineludible. El viernes, a sus 50 años, recibió su grado como profesional después de confiar en sí mismo y desestimar la desconfianza de quienes creyeron que la edad determina el rumbo y la suerte de las personas.
“Yo empecé en el mototaxismo en el 2008 y, con la llegada de Transcaribe, la gente siempre comentaba que iban a sacar las motos de circulación. Fue por eso que pensé en prepararme para hacer otra cosa y me metí a estudiar derecho”, cuenta Omar.
Al principio, familiares y conocidos le preguntaban para qué iba a estudiar a su edad, le decían que eso era para jóvenes. “Con el tiempo reconocieron que sí valía la pena”, agrega.
Y emprendió su nueva dirección. Trabajaba desde muy temprano, en la mañana, hasta las cuatro de la tarde y después de descansar por un rato, se ponía otra “pinta” y se iba para la universidad. Orgulloso de su trabajo, se presentaba como mototaxista de la ciudad y muchos de sus profesores lo mostraban como ejemplo ante sus jóvenes compañeros de clases. “Ellos me molestaban, me decían ‘aquí no aceptamos viejos’, y yo siempre lo tomaba de forma positiva. Era bromeando. Muchas veces me pedían que les hiciera la carrera y los llevaba hasta sus casas”.
Se las arreglaba para cumplir con sus obligaciones. Los domingos y los viernes sin moto aprovechaba para reunirse con sus compañeros para hacer los trabajos de la universidad y los días de semana no descansaba hasta conseguir para su gastos y guardar los 10 mil pesos diarios en una alcancía de lata que rompía con una segueta cada seis meses. “Estudié con media beca y para no perderla tenía que mantener el promedio en 3,50. Siempre me mantuve arriba, nunca estuve cerca de eso. Me hacían un descuento en la matrícula del 60% y para eso era que ajuntaba todos los días, para pagar mis semestres... A mí me sirvió mucho mi trabajo, así como a muchos otros que son muy serios, lástima que algunos se dediquen a delinquir. El verdadero mototaxista es el que anda buscando su sustento”.
Antes de ser mototaxista, Omar fue subintendente de la Policía, de donde asegura haberse retirado por una mala experiencia. “Desde siempre me ha gustado trabajar. Cuando tenía doce años, tenía una chaza en la entrada del Colegio Ciudad de Tunja, ahí duré como cinco años, y después empecé a trabajar con un tío, como auxiliar de obra en las construcciones de Bocagrande mientras hacía mi bachillerato por las noches. Me gradué a los 22 años y fue que ingresé a la Policía. Tenía mis ahorritos y con eso me compré mis equipos e hice el curso en la escuela de Barranquilla”.
Y por esa inclinación por cumplir las leyes fue que eligió el derecho como la carrera para cambiar su vida. “Ahora me gustaría trabajar con los municipios y ayudar a crear sus planes de desarrollo. Yo estuve en el programa Manos a la Paz (programa del Gobierno para fortalecer las capacidades de construir paz en los territorios) y allí aprendí mucho, en especial sobre legalización de predios, que es una problemática en muchos municipios de Colombia, y en eso también quisiera seguir ayudando”.
Omar hizo la judicatura en la Comisaría de Familia de Santa Rosa de Lima. Eligió ese lugar porque le quedaba más cerca de su casa, en Ciudad del Bicentenario, en Cartagena. “La mayoría de los estudiantes se van para los juzgados pero me puse a investigar si podía hacerla allí y así fue. Aunque al principio no querían aceptarme porque creían que debían pagarme, pero el alcalde del municipio me certificó y el Consejo Superior de la Corporación Universitaria Rafael Núñez me aprobó… Yo me iba en mi moto y de paso me llevaba mis dos cascos, por si acaso encontraba algún pasajero por el camino”, cuenta y se ríe.
Este solo es uno de los tantos logros que quiere cumplir y con el que quiere dar un buen ejemplo a sus hijos, al gremio de mototaxistas y a toda la sociedad. “Nunca es tarde para superarse. Estudiar nunca está de más. No sé si esta carrera me vaya a dar dinero, eso es lo que menos importa, se trata de hacer lo que a uno le gusta y que con ello pueda ayudar a otros, en mi caso a defender los derechos de las personas”.
JULIE PARRA BENÍTEZ @JulieParraB CARTAGENA 25 de Marzo de 2018 12:45 am
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