Desde la propia región

 Desde la propia región

151. Gracias al intercambio regional, desde el cual los países más débiles se abren al mundo entero, es posible que la universalidad no diluya las particularidades. Una adecuada y auténtica apertura al mundo supone la capacidad de abrirse al vecino, en una familia de naciones. La integración cultural, económica y política con los pueblos cercanos debería estar acompañada por un proceso educativo que promueva el valor del amor al vecino, primer ejercicio indispensable para lograr una sana integración universal.

152. En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino. En estos lugares que conservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial.131 Ojalá pudiera vivirse esto también entre países cercanos, que sean capaces de construir una vecindad cordial entre sus pueblos. Pero las visiones individualistas se traducen en las relaciones entre países. El riesgo de vivir cuidándonos unos de otros, viendo a los demás como competidores o enemigos peligrosos, se traslada a la relación con los pueblos de la región. Quizás fuimos educados en ese miedo y en esa desconfianza.

153. Hay países poderosos y grandes empresas que sacan rédito de este aislamiento y prefieren negociar con cada país por separado. Por el contrario, para los países pequeños o pobres se abre la posibilidad de alcanzar acuerdos regionales con sus vecinos que les permitan negociar en bloque y evitar convertirse en segmentos marginales y dependientes de los grandes poderes. Hoy ningún Estado nacional aislado está en condiciones de asegurar el bien común de su propia población.

CARTA ENCÍCLICA

FRATELLI TUTTI

DEL SANTO PADRE FRANCISCO

SOBRE LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL

https://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=592

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