MINGAS POR LA VIDA (I)

 La vida siempre retoñará y crecerá hasta dar sus frutos y semillas para continuar alimentando la esperanza en esta Casa común. 

Lo divino y lo humano está en el ajedrez de toda vida y no es estático. Todas y todos somos dueños de esa esperanza, así haya quienes, al igual que con los Acuerdos para construir la paz, insistan en hacerla trizas. 

Las consecuencias de la actual organización económica, social y democrática entre poquitos, evidencian la necesidad de ser cambiada y administrada por la vida de las actuales y siguientes generaciones. 

 Esa generación transformadora ya está actuando, pero quienes la consideran enemiga, utilizan a los malformados por esa misma sociedad, que como sicarios pagados o desviados del cómo actuar como SERES HUMANOS, asesinan a sus semejantes. 

La patología social que padecemos es consecuencia de los valores que se impusieron con las ideas manejadas fundamentalmente con el espíritu de lucro y egoísmo. 

Prácticamente toda la especie humana, genéticamente entendida, es hermana, pero se ha diferenciado a lo largo de la historia por regiones, culturas e intereses de los permanentes conquistadores de las riquezas, no solo materiales, también de la mano de obra, evolucionada desde la esclavitud hasta los científicos en todas las áreas del conocimiento, siempre con excepciones. 

Esa pérdida progresiva de los Derechos como huéspedes de la Casa común se fue impregnando en las conciencias de quienes ven en los demás, solo objetos que deben obedecer al poder económico que sobre la naturaleza y especies, incluyendo la humana, han logrado, principalmente a través de las violencias y las guerras como su máxima expresión.

 Como seres humanos y ciudadanos de este siglo XXI: padres, hermanos, demás familiares etc., ¿Qué herencia de sociedad aspiramos dejar a nuestros hijos, nietos y nuevas generaciones?

RODRIGO SOLARTE rodrigo_solarte@hotmail.com 




Comentarios

Entradas populares