VIDA ESPIRITUAL Y FAMILIAR
LA NECESIDAD DE CAMBIAR EL “SIEMPRE LO MISMO”
Cuando hay posibilidad de cambios da vértigo; nos
preocupa si los cambios podrían perjudicarnos o si podrían ser beneficiosos;
hay temores naturales cuando de enfrentar o decidir sobre el futuro se trata.
El asunto es cómo discernir sobre opciones y caminos que afectarán nuestras
vidas compartidas. Se hace entonces fundamental que escuchemos con tranquilidad
nuestra conciencia, que nos informemos bien y que actuemos en consecuencia. Es
importante, en momentos decisivos, no dejarnos sugestionar por los rumores y
por los pensamientos negativos que buscan que actuemos en función de intereses
particulares; es clave que pensemos con libertad. Nuestra historia está llena
de prácticas que se agendan en la manipulación, en la generación de tensión,
pánico y angustia. Para reflexionar sobre este tipo de asuntos nos permitimos
compartir en esta sección un cuento corto de Gabriel García Márquez, para que
reflexionemos sobre ese tipo de situaciones en estos tiempos y como una forma
de estimular nuestro sentido común y de la virtud. Optar por un camino de paz y
democracia es la posibilidad de salir de ese coctel oprobioso que nos ha
signado a tener una democracia maltrecha, conviviendo con la expansión cíclica
de violencias que matan y que solventan insolidaridades e injusticias,
¡pensémoslo bien!
La profecía autocumplida
Imagínese usted un pueblo muy pequeño
donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14.
Está sirviéndoles el desayuno y tiene una
expresión de preocupación.
Los hijos le preguntan qué le pasa y ella
les responde:
"No sé pero he amanecido con el
presentimiento que algo muy grave va a sucederle a este pueblo".
El hijo se va a jugar al billar y en el
momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
"Te apuesto un peso a que no la
haces".
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la
carambola y no la hace.
Paga su peso y todos le preguntan qué
pasó, si era una carambola sencilla
y él contesta: "es cierto pero me ha
quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana, sobre
algo grave que va a suceder a este pueblo".
Todos se ríen de él y el que se ha ganado
su peso regresa a su casa, donde está con su mama, o una nieta, en fin,
cualquier pariente; feliz con su peso dice y comenta:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma
más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Porque no pudo hacer una carambola
sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de
que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
Y su madre le dice:
- No te burles de los presentimientos de
los viejos porque a veces salen.
Una pariente oye esto y va a comprar
carne.
Ella le dice al carnicero:
"Deme un kilo de carne" y en el
momento que la está cortando, le dice: Mejor córteme dos, porque andan diciendo
que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado".
El carnicero despacha su carne y cuando
llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice:
"Mejor lleve dos porque hasta aquí
llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar y se están preparando y
comprando cosas".
Entonces la vieja responde: "Tengo
varios hijos, mejor deme cuatro kilos..."
Se lleva los cuatro kilos y para no hacer
largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a
otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.
Llega el momento en que todo el mundo en
el pueblo, está esperando que pase algo.
Se paralizan las actividades y de pronto
a las dos de la tarde,
alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está
haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho
calor!
Tanto calor que es pueblo donde los
músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra
porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora
nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando
hace más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta,
baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
"Hay un pajarito en la plaza".
Y viene todo el mundo espantado a ver el
pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido
pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los
habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el
valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me
voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus
animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el
pueblo lo ve.
Hasta que todos dicen: "Si éste se
atreve, pues nosotros también nos vamos".
Y empiezan a desmantelar literalmente el
pueblo.
Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el
pueblo, dice: "Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de
nuestra casa", y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico
como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el
presagio, le dice a su hijo que está a su lado:
"¿Vistes mi hijo, que algo muy grave
iba a suceder en este pueblo?"
Gabriel García Márquez
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