MEDIO AMBIENTE LOS ACUERDOS DE LA HABANA...

UNA OPORTUNIDAD AMBIENTAL

Frente al deber ciudadano de conocer el documento de acuerdos para poner fin al conflicto político armado en Colombia, una pregunta válida y necesaria es la siguiente: ¿Cómo leer ese documento de 297 páginas?, con miras a poder tomar una posición informada y decidir en relación con la invitación a votar en el plebiscito del 2 de octubre.

Algunos invitan a leer los acuerdos teniendo como principal referente el pasado.

Si lo hacemos así y pensamos en el tema ambiental, tendríamos que quedarnos entonces en la queja por las deudas, los daños, las amenazas, los riesgos, pero sobre todo, en la búsqueda de responsables para castigarlos, para que paguen con cárcel por el daño hecho… pero muy probablemente, la situación seguiría igual; es decir, un daño de grandes dimensiones ya fue hecho, el proceso de deterioro seguramente continuaría, por concentrarnos en castigar y no en reparar, y la amenaza no sólo no desaparecería sino que sería cada vez mayor.

Si en contraste con lo anterior, pensamos en lo que significa el fin de una guerra, que representa esperanza, un nuevo amanecer y, en este caso, un cambio de una historia de más de 60 años, resulta más adecuado leer los acuerdos en clave de futuro; es decir, poniendo el énfasis en lo que vendría...

Siguiendo esta última pista, tendría sentido mirar las deudas, los daños, las amenazas, los riesgos (No hay que ignorarlos), pero proyectándolos; es decir, se trataría de leerlos en clave de oportunidad o dicho en otros términos, en clave de qué se puede hacer o, mejor aún, qué podemos hacer…

Lo que dice el movimiento ambientalista de nuestro país, a través de los puntos planteados en el documento “Once Propuestas desde el Ambientalismo Colombiano”, que presentamos en el Semanario # 117, apunta a aspectos como los siguientes.

·         Construcción de una nueva ética en torno al tema ambiental y formación en relación con ello.

·         Planificación participativa teniendo en cuenta las deudas ambientales (haciendo balance de ellas) y los riesgos.

·         Creación de confluencia entre las agendas ambientales y la de posconflicto, considerando temas como el agua, la protección del ambiente, la seguridad, la soberanía y la autonomía alimentaria.

·         Fortalecimiento de la investigación y producción de conocimiento en torno a la realidad ambiental, para entender el estado de la situación y garantizar que no se repitan los hechos que han producido daños.

Por su parte, el documento de acuerdos tiene dos puntos relacionados con el tema ambiental, que se desarrolla a través de referencias transversales, rastreables en la explicación detallada de las distintas propuestas: El punto 1, que “contiene el acuerdo de implementación de una “Reforma Rural Integral”, buscando la transformación estructural del campo, cerrando las brechas entre el campo y la ciudad y creando condiciones de bienestar y buen vivir para lapoblación rural. La “Reforma Rural Integral” debe integrar las regiones, contribuir a erradicar la pobreza, promover la igualdad y asegurar el pleno disfrute de los derechos de la ciudadanía”[1]; visión que apunta en el mismo sentido de las propuestas del movimiento ambientalista. Y el punto 4, sobre la “Solución al Problema de las Drogas Ilícitas”, que incluye los cultivos de uso ilícito y la producción y comercialización de drogas con ese carácter, lo cual está íntimamente ligado, para su solución, con el desarrollo de propuestas de desarrollo alternativo en el campo, que permitan que los campesinos vinculados al tema, cambien este tipo de cultivos por otras opciones.

En varios apartes de los acuerdos, se habla de la necesidad de garantizar la sostenibilidad ambiental; de apoyo y fortalecimiento a las Zonas de Reserva Campesina; de la formulación de lineamientos generales sobre uso de la tierra que tengan en cuenta la sostenibilidad socio-ambiental y la conservación de los recursos hídricos y de la biodiversidad; de delimitar la frontera agrícola, protegiendo las áreas de especial interés ambiental y generando para la población que colinda con ellas o las ocupan,alternativas equilibradas entre medio ambiente y bienestar y buen vivir, previo proceso de actualización de la información sobre áreas que requieren manejo ambiental especial (zonas de reserva forestal, zonas de alta biodiversidad, ecosistemas frágiles y estratégicos, cuencas, páramos y humedales, y demás fuentes y recursos hídricos), en fin… resulta fácil llegar a la conclusión de que, en términos generales, los acuerdos están sintonizados con las preocupaciones y propuestas del movimiento ambientalista, y con las necesidades de que el tema haga parte de la agenda pública desde una mirada integral y que, de manera transversal, sea considerado en la visión de desarrollo, de superación de pobreza y de solución de problemas como el de los cultivos ilícitos que, en sí mismo, afecta el ambiente, pero que también en las soluciones probadas ha afectado el bienestar de las comunidades.

Sin embargo, también es fácil que aparezca una nueva preocupación, que ronda la cabeza de los escépticos y de quienes deciden anclarse a la primera opción de lectura que se mencionó: ¿Se quedará todo lo dicho en el documento de acuerdos en letra muerta, como tantas otras disposiciones, normas y propuestas que se formulan en nuestro país?

Frente a este interrogante que emerge, nuevamente es la mirada hacia el futuro la que ofrece respuestas, pues el anclaje al pasado, no permite vislumbrar opciones y desde él, tendríamos que conformarnos con un futuro apocalíptico para todos, en tanto el tema de los combates, las bombas, las tomas territoriales, puede ser que no afecte mucho a quienes habitan las ciudades, pero el ambiental, tarde o temprano terminaría perturbándonos a todos.

La alternativa que ofrece la lectura con mirada de futuro de los acuerdos, está en que en el desarrollo de esos dos puntos ligados a lo ambiental, es recurrente la referencia a la necesidad de concertación entre los gobiernos y las comunidades; los dos puntos aparecen orientados  bajo los principios de participación de las comunidades rurales y de búsqueda de desarrollo sostenible. En esa medida se habla, por ejemplo, en relación con los procesos de restitución de tierras, de la creación de “mecanismos de concertación y diálogo social entre el Gobierno Nacional, regionaly local, los campesinos y las campesinas y las comunidades indígenas, negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras, y otras comunidades en donde conviven diferentes etnias y culturas, y las empresas del sector privado que adelanten su actividad económica en los territorios rurales, con el fin de generar espacios formales de interlocución entre actores con diversos intereses, que permitan impulsar una agenda de desarrollo común, orientada hacia la sostenibilidad socio-ambiental, el bienestar de los pobladores rurales y el crecimiento económico con equidad”[2]. Y como en este caso, a lo largo del documento, se apunta siempre a ejercicios participativos, de consulta, de concertación, que definitivamente son una oportunidad, no sólo para quienes regresan de la guerra, sino para todos como ciudadanía, lo cual significa la posibilidad de que asumamos la tarea y la responsabilidad que nos corresponde en esta nueva historia y que tal vez no hemos asumido o no hemos emprendido con suficiente vehemencia hasta el momento.

Habría que decir entonces que los escenarios de participación se estarían planteando y nos correspondería a todos decidir si aceptamos esa oportunidad, con las responsabilidades que para nosotros implica, o nos conformamos con el estado actual de las cosas, continuando la guerra por más años, hasta que alguno de los actores ceda o sea eliminado, mientras el deterioro ambiental seguiría aumentando la amenaza contra todos.


Observatorio de Realidades Sociales.


[1]Tomado de Documento “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”. Página 5.

[2] Tomado de Documento “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”. Página 15.

http://observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org/semanarios/ambiente-118.html


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