Solemne vaguedad
Solemne vaguedad
Por JAIRO GÓMEZ (*)
Hablan
de que el Presidente Obama se le “entregó al terrorismo”, y llegaron a la
osadía de equiparar a las Farc con el Estado Islámico. Delirante argumento.
Sorprende como,
desde muchos sectores de opinión, personas con claros vínculos políticos y
liderazgo en los partidos tradicionales, y el Centro Democrático, reaccionaron
a la reunión del Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, con
los negociadores de las Farc en La Habana.
Las críticas y opiniones, en su mayoría, reflejaban la
rabia y la impotencia que les provocó ver a un alto emisario de Washington
sentado con una organización guerrillera que, quieran o no aceptarlo, ha sido
transversal a la historia de Colombia en los últimos 60 años.
Pero no sólo las Farc. Estados Unidos, desde décadas
atrás, es protagonista de excepción de la penosa realidad de los colombianos.
Su incidencia ronda por las estrategias de guerra antisubversiva que se diseñaron
en la Escuela de las Américas, amén de la formación de los militares por más de
50 años. El Plan Colombia, concebido en las oficinas oficiales de la capital
estadounidense, inyectó más de diez mil millones de dólares a la “guerra
civil”, como diría el carismático Obama. La política económica se alimenta de
los designios del consenso de Washington; y siempre lo dijeron las Farc: en una
salida negociada al conflicto armado colombiano deben estar “los gringos”.
Entonces, ¿cuál es la molestia de los sectores tradicionales del país que han
tenido y tuvieron en sus manos la posibilidad de resolver esta guerra y no
fueron capaces?
Hablan de que el Presidente Obama se le “entregó al
terrorismo”, y llegaron a la osadía de equiparar a las Farc con el Estado Islámico.
Delirante argumento. Argumento que no corresponde a analistas sesudos,
Políticos serios o a Partidos Políticos responsables. Qué livianos. En
principio pensé que se trataba de un exceso desafortunado, una desagradable
desviación del buen juicio de los seculares dirigentes y los bastiones de
opinión. Pero no, así piensan y así lo expresan. Es increíble que la repulsa a
un proceso de paz serio como el que se conduce en Cuba, los lleve a creer que
aún nos paseamos en la guerra fría, en el macartismo, en la lucha contra el
fantasma llamado comunismo.
Vale recordar que la diplomacia estadounidense es una de
las más sofisticadas del mundo y su experiencia, centenaria por cierto, los ha
llevado a sentarse a negociar la salida a conflictos que dejaron millones de
muertos, crímenes de lesa humanidad de por medio, verbi gracia la Segunda
Guerra Mundial para no ir tan lejos. En su oportunidad se sentaron a manteles
Roosevelt, Stalin y Churchill, para definir una estrategia y derrotar la
ambición expansionista nazi de Hitler. Hoy Obama, se sienta con Putin y Xi
Jinping, de China, para desactivar otras guerras. Lo hace con Castro en Cuba,
para cambiar el molde de las relaciones. En ese orden de ideas, pensar que
Kerry fue a La Habana, se sentó con los dirigentes guerrilleros, estos lo
convencieron y salió de ahí sin nada a cambio, es una solemne vaguedad.
Más allá de lo
simbólico de la cita Kerry-Farc, y del reconocimiento que implícitamente se le
hace a Las Farc, como actor político armado y beligerante; lo lamentable es
preguntarse por qué si la democracia colombiana siempre ha contado con un
Presidente elegido, un Congreso que representa al pueblo, un Poder Judicial
independiente, instituciones de Control, unas Fuerzas Armadas y de Policía
profesionales, un país de Leyes y Libertad de Expresión, no ha logrado superar
el conflicto interno entre los colombianos. ¿Qué intereses oscuros impiden que
Colombia no supere la guerra?
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