El tabú del mototaxismo


Por: DANILO CONTRERAS GUZMÁN
11 de Febrero de 2015 12:01 am
El Tiempo informa que el mototaxismo tiene en jaque al transporte formal en 9 ciudades. Este fenómeno es un tabú para los gobiernos. En 2012, de manera inesperada, encontré que la entonces Secretaria de Planeación intentaba incluir en el Plan de Desarrollo de Campo una línea estratégica para trabajarlo, pero la administración se arrugó.
La regla jurídica va a la zaga del hecho económico y prohibir la moto como transporte es rey de burlas. Recurramos a salidas más imaginativas, incluyentes y sostenibles.
No invento nada al sugerir:
1. Caracterizar el fenómeno. (Sincelejo lo hizo en la década del 2000 pero se quedó allí);
2. Promover la organización del sector de mototaxistas para organizar también la interlocución efectiva y concertar soluciones.
3. Planes cuatrienales sostenidos de reconversión empresarial y empleabilidad, no solo para los conductores de motos, sino para el capital (lícito) detrás del negocio. La idea es generar oportunidades de negocios para empresas constituidas a partir de las organizaciones mencionadas que puedan integrarse a los circuitos económicos que se van imponiendo en la ciudad, tales como el cluster que genera Transcaribe, el cluster que se genera alrededor de la cadena alimentaria que deberá moverse con el traslado de Bazurto y la construcción de nuevas infraestructuras para mercados sectoriales y mayorista, el turismo, etc.
4. Entregar a los mototaxistas con ánimo de reconversión, capacitación, capital y un escenario para ejercer su actividad de emprendimiento en los proyectos desarrollo. Petro lo hizo en Bogotá con relativo éxito al reconvertir los llamados carromuleros en empresarios del reciclaje, con camiones, crédito y capacitación.
5. Paralelo a lo anterior, hacer una política que desincentive el uso de la moto para transportar pasajeros, con medidas de sanción impositiva, restricciones y otras de cultura ciudadana. Todo esto es necesario pues estamos frente a un dilema: la gente necesita fuentes de ingreso ante la ausencia de empleos formales, pero la moto es un transporte público insostenible en perspectivaambiental y de movilidad.
La política pública de reconversión económica a vendedores estacionarios, que no fue una dádiva de los gobiernos, sino producto de una lucha jurídica y de movilización de estos sectores informales, dio algunos resultados positivos reflejados en las estadísticas de metros cuadrados recuperados en la ciudad.
Lástima que el acuerdo el No 040 de 2006, que contiene esa política tan criticada por muchos, se aplique con displicencia por los gobiernos, pues se le entrega capital a la gente pero no se les capacita ni se les acompaña en el negocio que deben instalar con los capitales semilla entregados.
Si nos ponemos serios, en 8 años de política sostenida veremos resultados.

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