El Tiempo informa que el mototaxismo tiene en jaque al
transporte formal en 9 ciudades. Este fenómeno es un tabú para los gobiernos.
En 2012, de manera inesperada, encontré que la entonces Secretaria de
Planeación intentaba incluir en el Plan de Desarrollo de Campo una línea
estratégica para trabajarlo, pero la administración se arrugó.
La regla jurídica
va a la zaga del hecho económico y prohibir la moto como transporte es rey de
burlas. Recurramos a salidas más imaginativas, incluyentes y sostenibles.
No invento nada al
sugerir:
1. Caracterizar el
fenómeno. (Sincelejo lo hizo en la década del 2000 pero se quedó allí);
2. Promover la
organización del sector de mototaxistas para organizar también la interlocución
efectiva y concertar soluciones.
3. Planes
cuatrienales sostenidos de reconversión empresarial y empleabilidad, no solo
para los conductores de motos, sino para el capital (lícito) detrás del
negocio. La idea es generar oportunidades de negocios para empresas
constituidas a partir de las organizaciones mencionadas que puedan integrarse a
los circuitos económicos que se van imponiendo en la ciudad,
tales como el cluster que genera Transcaribe, el cluster que se genera
alrededor de la cadena alimentaria que deberá moverse con el traslado de
Bazurto y la construcción de nuevas infraestructuras para mercados sectoriales
y mayorista, el turismo, etc.
4.
Entregar a los mototaxistas con ánimo de reconversión, capacitación, capital y
un escenario para ejercer su actividad de emprendimiento en los proyectos
desarrollo. Petro lo hizo en Bogotá con relativo éxito al reconvertir los
llamados carromuleros en empresarios del reciclaje, con camiones, crédito y
capacitación.
5.
Paralelo a lo anterior, hacer una política que desincentive el uso de la moto
para transportar pasajeros, con medidas de sanción impositiva, restricciones y
otras de cultura ciudadana. Todo esto es necesario pues estamos frente a un
dilema: la gente necesita fuentes de ingreso ante la ausencia de empleos
formales, pero la moto es un transporte público insostenible en perspectivaambiental y de movilidad.
La política
pública de reconversión económica a vendedores estacionarios, que no fue una
dádiva de los gobiernos, sino producto de una lucha jurídica y de movilización
de estos sectores informales, dio algunos resultados positivos reflejados en
las estadísticas de metros cuadrados recuperados en la ciudad.
Lástima que el
acuerdo el No 040 de 2006, que contiene esa política tan criticada por muchos,
se aplique con displicencia por los gobiernos, pues se le entrega capital a la
gente pero no se les capacita ni se les acompaña en el negocio que deben
instalar con los capitales semilla entregados.
Si nos ponemos
serios, en 8 años de política sostenida veremos resultados.
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