UNA MIRADA AL PAÍS QUE SOÑAMOS
´´ES INDIFERENTE QUE YO TENGA RAZÓN O QUE TENGA RAZÓN USTED,LO IMPORTANTE ES LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN Y DE QUE LADO DE LA MESA LLEGA ESO, O DE QUE BOCA, O DE QUE ROSTRO O DESDE QUE NOMBRE ES LO DE MENOS´´ JORGE LUIS BORGES.
SINDICATO UNICO DE MOTOTRABAJADORES DE COLOMBIA
SUNMCOL
PERSONERIA JURIDICA No. 017-2011
MINISTERIO DE LA PROTECCION SOCIAL
BIENVENIDOS AL MUNDO DE LOS MOTOTRABAJADORES
Asamblea de Mototrabajadores preparatorio a establecer y consolidar la organización de el sindicato MAYO 5 2010
Los moto trabajadores de Colombia en el sindicato único nacional de moto trabajadores SUNMCOL buscan destacar el papel a que esta llamada a jugar la organización y la unidad de los motociclistas en la construcción de la ciudad que queremos.
El conjunto de actitudes desarrolladas en la vida diaria de los moto trabajadores se fundamentan en el ejercicio real y practico de una ética ciudadana, tanto en los ámbitos de la vida pública, como privada que nos condiciona en el respeto de valores que constituyen una exigencia y a la vez un derecho de todos los seres humanos.
Aquí contamos: con la vida y la integridad personal; la libertad de convivencia, opinión y locomoción a la libre movilidad, el derecho a la diferencia; la conservación de un ambiente sano; la negociación pacífica de los conflictos; la soberanía popular; la proscripción de toda forma de discriminación a los derechos adquiridos y a la propiedad, como la motocicleta; el derecho a una administración de justicia eficaz e imparcial; y la garantía de unas condiciones materiales de la vida que hagan digno y posible el ejercicio de los restantes derechos. Sin la presencia efectiva de estas condiciones mínimas, resulta inviable o cuando menos altamente conflictiva e inestable la existencia de una sociedad.
Aquí contamos: con la vida y la integridad personal; la libertad de convivencia, opinión y locomoción a la libre movilidad, el derecho a la diferencia; la conservación de un ambiente sano; la negociación pacífica de los conflictos; la soberanía popular; la proscripción de toda forma de discriminación a los derechos adquiridos y a la propiedad, como la motocicleta; el derecho a una administración de justicia eficaz e imparcial; y la garantía de unas condiciones materiales de la vida que hagan digno y posible el ejercicio de los restantes derechos. Sin la presencia efectiva de estas condiciones mínimas, resulta inviable o cuando menos altamente conflictiva e inestable la existencia de una sociedad.
Sin embargo La difícil situación por la que atraviesa el moto trabajador en Colombia se relaciona con una crisis profunda de los valores que rigen el comportamiento de los colombianos entre sí, y entre estos y la sociedad civil y política. Todos dedicados a perseguir a la motocicleta mediante decretos que desbordan la potestad del código nacional de transito.
Hemos caído en un vacio ético jurídico donde no encontramos con precisión los límites a nuestros actos de la vida pública y privada. Este vacío ha sido llenado de la presencia de lo que algunos ya han denominado “CULTURA DE LA VIOLENCIA” , o-sea, la presencia de un conjunto de anti valores, llamados decretos que encuentra como justificación la capacidad de represión y violencia física de que se bastan algunos para imponer a los demás el ejercicio excluyente del poder político, social y económico.
Juan Manuel Santos El presidente colombiano traduce un régimen político que asfixia la posibilidad de expresar la dinámica de los movimientos sociales. El plan nacional de desarrollo, la normatividad del código nacional de transito, y los decretos municipales son un mensaje o pacto social que discriminan la motocicleta y a su conductor.

Esto deriva en la aparición de un fuerte vació ético jurídico generado por nuestra incapacidad como sociedad civil de producir los valores necesarios y suficientes. Este es el estado actual de la crisis que se desea afrontar y que nos coloca en una situación a medio camino en que aun no hemos abandonado la tradición estatal y politiquera, pero nos debatimos en el desafío de construir el país que queremos.
cada proceso electoral reproduce ese mismo esquema. Los partidos tradicionales y algunos sectores populares en lugar de contribuir como ámbitos para el ejercicio de una militancia tolerante que permita la apropiación de costumbres y hábitos democráticos, desemboca en la generación de seguidores fanatizados por uno u otro color político; y más recientemente, en el voltearepismo y mantenimiento de caudas de votos y conciencias cautivas, sostenidas mediante maquinarias clientelistas que reproducen en la relación político-elector- cautivo, el mutualismo que antaño sostuvo el sistema económico de la hacienda en los años anteriores.
Los sectores populares, por este camino, abandonaron su función de vasos comunicantes entre el Estado y la sociedad civil, contribuyen de esa manera al divorcio creciente entre formación política y realidad social, causa inexcusable de la eclosión institucional que desemboca en la actual crisis del país. La insuficiente capacidad de los partidos para interpretar el país asfixio al Estado como instancia en la cual la comunidad hubiera visto representados sus intereses.
La figura del Estado constituye la herramienta con la cual se asume de forma directa la respuesta del Estado y del Statu Quo a todas las manifestaciones de disenso y protesta social, particularmente aquellas que no encajan en el marco estrecho de la opción bipartidista. Pero la secuela más gravosa para los moto trabajadores es la implantación del plan nacional de desarrollo que busca generar más impuestos a la movilidad de los colombianos.
Este hecho genera en el país no solo una situación de refriegas permanentes entre la fuerza pública y los moto trabajadores, sino el estado de zozobra constante y de inseguridad jurídica y social a que se ven sometidos los habitantes del campo, la ciudad y los motociclistas como consecuencia de la vigencia de las normas de transito.
La opción de construir la ciudad que queremos con identidad, empieza por rescatar los medios propios de la política que son los del dialogo y la concertación, los que reconocen al adversario su derecho a existir en primer lugar y luego su derecho a utilizar la capacidad argumentativa como el instrumento que posibilita el desarrollo de una sociedad en un marco creativo, diverso y plural como la Minga de resistencia social y comunitaria la creación colectiva en un compromiso sincero y una elección gratuita que tiene como la garantía mas perenne de su existencia, la profusión de las virtudes ciudadanas y particularmente de aquellas que sumen la ciudad como un modo de ser.
En la minga COMO ESCENARIO POPULAR se deriva que son los movimientos sociales y no los partidos políticos los que están llamados a jugar un papel protagónico en la construcción de un nuevo país con vida digna.
A través de los movimientos sociales, resulta más permeable la apropiación de valores democráticos, ya que la organización social al incorporar la representación gremial y laboral hace aun más directa y palpable la relación entre ciudadanos y actividad política.
La Minga y el Congreso de los pueblos, para el trabajador informal abre un nuevo camino de alternativas políticas que muy seguramente capitalizara con éxito el desafecto de amplios sectores ciudadanos hacia las estructuras partidistas que decepcionaron profundamente en su labor de mediación frente a los poderes públicos. Esta participación ahora desplegada por organizaciones sociales tan diversas como campesinos, cooperativistas, artistas, indígenas, negritudes, moto trabajadores, vendedores ambulantes etc. Esta llamada a fortalecer los tejidos más endebles de nuestra sociedad, en la certeza de que una sociedad civil fuerte – que haya interiorizado unos valores civiles y democráticos – es la mejor garantía para una sociedad y un Estado democráticos.
Pensamos que uno de los aspectos esenciales en este desafío por construir nuestra ciudad es el reconocimiento del individuo como ciudadano, es decir, como sujeto activo de la política y de la cotidianidad.
Como sujeto activo de la política resulta esencial reconocer el derecho de cada colombiano a sentirse depositario de una cuota de poder, de esas tantas que sumadas componen la resultante de la soberanía Popular. Si partimos entonces de aceptar en cada uno de nosotros la condición de depositarios del poder político, estaremos comenzando a entender el papel protagónico y por ende la responsabilidad inmensa que nos cabe en la formulación de una nueva institucionalidad más amplia, mas y mas participativa; en la seguridad que esas, las conquistas de la ciudadanía, son el peldaño más sólido para garantizar una convivencia pacífica con justicia social.
El ideal de LOS MOTOTRABAJADORES es, en suma, la autodeterminación del individuo en sociedad sobre sus condiciones y modos de vida, es la elección libre del hombre y de la mujer que a partir de su razón lucha por la determinación de su futuro. Como el ciudadano que alimenta la formulación de las instituciones publicas.
Ya que es el ciudadano la fuente de la institucionalidad y el que cuenta con la autoridad y la capacidad suficientes para modificar las instituciones, cuando estas resultan precarias para asegurar un desarrollo social. Es también este mismo pueblo quien a través de sus representantes fija las líneas generales de conducción de una sociedad.
A pesar de la importancia que convierte a la voluntad ciudadana en la espina dorsal de un gobierno, aquella tiene unos límites y unos parámetros cuyo salvaguardia es capital para definir la vigencia de la ciudad que queremos. La minga de resistencia no se concibe desde una homogénea identidad en la cual todos se reconocen sino a partir de las diferencias, ya que la pluralidad es la condición específica de toda vida política.
En fin, creemos que la esencia de la política consiste en el reconocimiento de la existencia de cada uno, de su importancia como sujeto social y de la fuente de vitalidad que supone para una sociedad la presencia de conflictos que permitan generar opciones y no suprimirlas. En este sentido, las verdades que fundamentan la Paz solo pueden nacer de la posibilidad real de discusión y argumentación que posean los individuos ya que la única forma de probar que uno u otro sujeto tiene la razón es permitir a los restantes la demostración de lo contrario. Ello, porque a los escenarios de participacion popular la vuelven fuertes los consensos, las nutren las discusiones y no las imposiciones. La Minga es, pues, en lo más sintética de las versiones el sistema participativo que se cimienta en la deliberación constante y libre de su pasado, de su presente y de su porvenir.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario