Cuando la buseta no para, la moto llega. “Mototaxismo Digital”
En Ibagué, el tiempo se volvió un lujo. Lo siente cualquiera que intente tomar una buseta en hora pico. No paran, van llenas o pasan tan rápido que da lo mismo que no existieran. Y cuando no es hora pico, avanzan con una paciencia que la ciudad no tiene. En esa simple escena está resumido el problema: la vida diaria se movió a un ritmo que el transporte formal no siguió.
Mientras las busetas ajustan rutas y frecuencias con la velocidad de otra época, miles de ciudadanos ya encontraron una solución que sí responde a sus urgencias: las plataformas como Didi, Uber e inDrive. Allí quedó instalado el mototaxismo digital, un servicio que no surgió por capricho, sino porque Ibagué pidió rapidez, certeza y un transporte que se acomode a la realidad y no al revés.
Las cifras muestran lo que la calle ya sabía. En la ciudad circulan unas 118.900 motos dentro de un parque automotor que supera los 210.000 vehículos. En menos de veinte años, el número de motocicletas se triplicó. La movilidad cambió sin pedir permiso y dejó al transporte tradicional tratando de alcanzarla.
En un día típico se realizan cerca de 905.000 viajes. Para muchos, el tiempo es lo que define si llegan o no a trabajar, estudiar o resolver lo básico. Una buseta cuesta $2.900, pero puede tardar el doble o el triple de lo que tarda una moto en hora pico. Por eso, aun pagando $4.000 o $5.000, la gente opta por un trayecto más rápido y más directo. No porque quiera retar la norma, sino porque quiere llegar a tiempo. Así de simple.
Y está la otra cara: la económica. En los barrios se ve todos los días. Jóvenes y adultos encontraron en estas plataformas una forma de ingreso estable. La moto se convirtió en herramienta de trabajo y en salvavidas familiar. Este impacto laboral no está totalmente medido, pero es imposible ignorarlo.
Por eso, seguir reduciendo el debate a prohibir o perseguir es perder el foco. El mototaxismo digital no le compite a la administración. Le compite a la espera interminable, a la buseta que no para y a un sistema que pide modernización urgente. Las busetas necesitan renovación real y frecuencias confiables. El taxi debe recuperar la confianza del usuario. Y el SETP debe consolidarse de una vez como el eje de la movilidad, no como un proyecto que siempre está por llegar.
Aquí no hay un problema aislado. Hay una oportunidad para leer a la ciudadanía sin prejuicios y sin dramatismos. El Plan Maestro de Movilidad ya advertía desde 2018 que el crecimiento de las motos era inevitable. La pregunta hoy no es cómo frenarlo a la fuerza, sino cómo organizarlo con reglas claras, seguridad vial y orden.
No se trata de legalizar todo. Tampoco de convertir a nadie en villano. Se trata de construir un sistema que funcione para la vida real. Que respete al usuario, mejore lo que ya existe y dé espacio a lo que la ciudad ya adoptó de forma masiva.
La gente ya envió el mensaje: eligió rapidez, disponibilidad y eficiencia. Ignorar eso es quedarse atrás.
La ciudad ya decidió cómo moverse. Falta que su transporte la alcance.
Juan Moreno
https://elirreverenteibague.com/opinion-de-juan-moreno-/cuando-la-buseta-no-para-la-moto-llega-mototaxismo-digital-


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