EL MOTOTRABAJADOR Y LA NAVIDAD
Los
Mototrabajadores en colombia Presenciamos una navidad
bajo un contexto de violencia endémica, violencia contra estudiantes de la
universidad, daños físicos e invalidez de por vida promovida por el esmad, desaparición
física de líderes sociales; el gobierno nacional, corroído con escándalos de corrupción
comprobados; como País en el campo internacional, somos una vergüenza. La
conflictualidad socio-política de Colombia, en vísperas de 2019 se caracteriza
por la emergencia y permanencia de diversas iniciativas populares que, con gran
dificultad y escasos resultados tangibles, buscan abrirse camino en un escenario
político que tiende a volver cada vez más precario el contexto social de la población.
La Tarea del movimiento Popular es recuperar,
reconocer y destacar las diversas experiencias de movilización social que proponen capacidad de
sobrevivencia y de renovación de formas de resistencia que, desde diversas
expresiones, estudiantes, campesinos indígenas, negritudes, sectores de informalidad, se
sostienen en un ambiente adverso, de
contraofensiva reaccionaria que –en forma combinada- conforman el proyecto
político que encabeza el actual gobierno de Iván Duque, como expresión política
del bloque de intereses oligárquicos del gran capital nacional y transnacional.
Frente a un uso del aparato estatal para fines de acumulación privada,
utilizando y mostrando el ejército y policía nacional, como brazo armado de la
empresa privada como clase dominante. Sin embargo la resistencia de diversas
formas de organización socio-política no deja de hacerse presente para manifestar inconformidad y reclamar como
derecho la justicia social, aunque, empañada con grados disímiles pero
significativos de politicidad en la forma de aplicar la justicia.
Para 2019 se avecinan
futuras coyunturas críticas, en las cuales el movimiento popular puede tener la
oportunidad de modificar sus métodos de trabajo en la actual correlación de
fuerzas.
La involución económica
derivada de la crisis, el recrudecimiento de las reformas neoliberales, la
creciente desigualdad social, el empobrecimiento de vastos sectores de la
población, el desplazamiento interno en campos y ciudades, los embates contra
los trabajadores, las constantes violaciones a los derechos humanos, la violencia ESTATAL, contra las
distintas experiencias y formas de protesta social fueron los elementos que
marcaron una transición en la cual se vislumbró la tendencial reorganización de
las fuerzas socio-políticas en el país en vista de 2019, un año que se anuncia
de álgidos enfrentamientos sociales y políticos.
La violencia generada
contra la protesta social, declarada por el gobierno actual, representa hoy por
hoy, un contexto ineludible para pensar la política en Colombia. En 2018 se
alcanzó el registro más alto de homicidios relacionados con el movimiento
social. De acuerdo con diversas fuentes, la cifra de muertos se aproxima a 200
muertos, en este 2018. Lejos de que el gobierno consiga realmente victorias
duraderas, lo que se ha observado hasta el momento es el agravamiento de la
violencia y la descomposición societal que arrastra consigo a la población más
vulnerable (mujeres, jóvenes, desplazados internos, migrantes, y trabajo informal), víctimas también
de las contradicciones estructurales de la economía dependiente.
Así que, en el ocaso del
cuatrienio presente, se observa la aceleración del proceso de descomposición de
la institucionalidad gubernamental en particular y estatal, muy lejos de la
posibilidad de abrir espacios de diálogo para la construcción de iniciativas
políticas, políticas públicas y responsabilidad institucional. En este
contexto, los mototrabajadores no somos ajenos a esta realidad, basta
identificar rutas de unificación que despliegue experiencias de resistencia y
de protesta frente a nuevos y viejos agravios acumulados por parte de distintos
sectores sociales y políticos.
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